Mártir de la Revolución, ejemplo de la democracia y apóstol de la libertad de expresión; su fallecimiento se conmemora el 7 de octubre

Al nacer en esta tierra es inevitable no amarla, era el pensamiento emocional de un médico al cual, seguramente muchas y muchos hemos escuchado a lo largo de nuestras vidas, pero que bien a bien, tenemos una imagen difusa de su persona; nos referimos al mártir de la Revolución, Belisario Domínguez, de quien se conmemorará el próximo 7 de octubre de 2023 el centenario de su fallecimiento.
A don Belisario lo mataron siendo Senador de la República, pero no sólo eso, también le cortaron la lengua para dejar un claro mensaje. Al usurpador de Huerta, le enfurecieron los discursos que don Belisario pronunció después del asesinato de Madero. Se especula que el sicario que mató a Francisco I. Madero fue el mismo que asesinó a Belisario Domínguez.
Por modestia el senador Domínguez Palencia, no quería aceptar el curul, de hecho, lo rechazó, aceptando únicamente la figura de Senador suplente, pero su titular, el Senador Leopoldo Gout Nivón fue muerto durante la “Decena trágica”, golpe de Estado que configuró Huerta contra Francisco I. Madero.
Pero retrocedamos un poco más en el tiempo, a una época en la cual la “Fraternidad” nombre con el que bautizó Belisario Domínguez su pequeña farmacia y consultorio que abrió en su natal Comitán, Chiapas, luego de haber pasado una residencia de 10 años en París, donde se graduó de médico cirujano.
Es curioso, pero al ser originario de Chiapas, a finales del siglo XIX, era similar en tiempo y dinero migrar a Europa que a la ciudad de México; por ejemplo, actualmente vemos como los centroamericanos migran masivamente hacia la Unión Americana, pero ¿por qué no hacen lo mismo los ecuatorianos, colombianos o peruanos? La respuesta es porque a ellos les resulta más práctica la migración a Europa, a España, principalmente.
En fin, don Belisario se graduó de médico en la Sorbona de París y regresó convencido —ya se había ido con esa idea bastante germinada— de poner sus conocimientos no al servicio de la patria, pero sí al servicio de su comunidad amada, en Comitán, Chiapas.
La “Fraternidad” nombre de su consultorio y botica, además de clara influencia francesa, también tenía el propósito de hacer sentir la camaradería y la solidaridad en un entorno comido por la ignorancia y la pobreza, se dice que un día a la semana, don Belisario daba consulta gratuita para atender a los más desfavorecidos.
Desde entonces, aún como médico anónimo enclavado en los altos del sureste mexicano, la estatura moral de Belisario Domínguez era la de un gigante, pero el fervor de su corazón le hacía protestar ante las injusticias, fue así como de manera orgánica fue adentrándose en la participación política, de tal modo que fue miembro del partido liberal de Chiapas y presidente municipal de su amada Comitán, ese edén de naturaleza indomable como sus hijos más altos, como don Belisario Domínguez.
Al discurso —del cual reproducimos a continuación un fragmento—, se le atribuye la furia de Huerta, el cual, fue pronunciado por Belisario Domínguez desde la tribuna del Senado de la República el 23 de septiembre de 1913:
“‘La paz se hará cueste lo que cueste’, ha dicho don Victoriano Huerta. ¿Habéis profundizado, señores senadores, lo que significan esas palabras en el criterio egoísta y feroz de don Victoriano Huerta? Estas palabras significan que don Victoriano Huerta está dispuesto a derramar toda la sangre mexicana, a cubrir de cadáveres todo el territorio nacional, a convertir en una inmensa ruina toda la extensión de nuestra patria, con tal de que él no abandone la presidencia, ni derrame una sola gota de su propia sangre”.
Durante los diez días de balaceras, sangre y muertos desatada en la ciudad de México, la llamada “decena trágica” el médico Belisario Domínguez se sumó como voluntario a la ayuda para la atención de víctimas heridas, se dice que no se daba abasto.
La ciudad estaba siendo derruida. Hace unas semanas hablamos en este espacio del “reloj chino” que decora la avenida Bucareli, durante la decena trágica esta torre fue totalmente destruida a fuerza de cañonazos. Las balas eran tupidas y la sangre escurría por litros.
Con esas imágenes dantescas frescas en la memoria, don Belisario pronunció ese heroico 23 de septiembre de 1913:
“La representación nacional debe deponer de la presidencia de la República a don Victoriano Huerta por ser él contra quien protestan con mucha razón todos nuestros hermanos alzados en armas y de consiguiente, por ser él quien menos puede llevar a efecto la pacificación, supremo anhelo de todos los mexicanos. Me diréis, señores, que la tentativa es peligrosa porque don Victoriano Huerta es un soldado sanguinario y feroz, que asesina sin vacilación ni escrúpulo a todo aquél que le sirve de obstáculo. ¡No importa, señores! La patria os exige que cumpláis con vuestro deber, aun con el peligro y aun con la seguridad de perder la existencia”.
Aquí podemos decir que el tamaño del corazón de don Belisario sólo era comparable con el tamaño de su valor. Como sabemos y apuntamos al principio, no sólo lo mataron, sino que, en un claro mensaje para la oposición, le cortaron la lengua. Por esta razón, Belisario Domínguez es mártir de la Revolución, ejemplo de la democracia y apóstol de la libertad de expresión.
Sirvan como siempre estas inacabadas líneas como un intento de homenaje, a un hombre que dio su vida por mejorar, desde todos los ámbitos que pudo, esta tierra, a la cual, no podemos dejar de amar, pues el día de mañana viernes 7 de octubre conmemoraremos su cobarde y pueril asesinato en su 99 aniversario.
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