El funcionario causó un impacto en el ámbito educativo con su desempeño en la SEP, así como con su trabajo como legislador.

La educación es, en todos sus ciclos,
columna vertebral de un proyecto
nacional de desarrollo,
liberación e independencia
PML
A semejanza del gran Lorenzo Garza, de Porfirio podría decirse que fue siempre “un ave de tempestades”. En el foro, en el servicio público, como dirigente y militante de partidos políticos, como legislador, diplomático, docente …. y muchos más. Ortodoxo en la política, cuando defiende acérrimamente a Díaz Ordaz en 1968, pero también recientemente, cuando denuncia que en el sexenio actual se está incubando un “narcoestado”, o cuando hace la primera interpelación en la historia legislativa a un presidente que rinde su informe de labores, como fue con De la Madrid. ¡Genio y Figura!
Una de sus facetas es la de su actividad educativa en dos espacios. El primero como funcionario: a temprana edad ocupó el cargo de subdirector de educación superior en la SEP, durante el sexenio del presidente López Mateos, llegando a desempeñar la titularidad de ésta última en 1976. Se opuso, en su calidad de secretario del trabajo, a la creación de la Universidad Autónoma Metropolitana, en 1973; para intentar, seis años más tarde, contender por la rectoría general.
En la segunda faceta, como legislador, fue figura central en la discusión y aprobación de la Constitución de la Ciudad de México en 2017. Además, previamente, en su carácter de asesor del jefe de gobierno de aquella, le correspondió desempeñar el papel principal en el diseño del proyecto correspondiente, a partir de 2012. A la postre, ésta Constitución fue considerada como “un documento de vanguardia en América Latina” en materia de derechos humanos y culturales, así como la vinculación de todo ello con el tema educativo” (expresiones de Eduardo Vázquez y de Balfy Cotton). Además, y con la calidad de presidente de la Cámara de Diputados, le correspondió impulsar la trascendental reforma del Artículo 3º constitucional en mayo de 2019, así como de la Ley General de Educación (ahora tan discutida, y lo será más aún, por lo que se refiere a libros de texto y planes de estudio).
Su paso por la SEP fue breve (un año y una semana), pero sumamente fértil. En esa posición fue un innovador en muchos sentidos y materias que, no obstante esa fugaz presencia, dejó un legado valioso para la política educativa de todo el sexenio de López Portillo (según revelación póstuma de Porfirio a Arturo Rodríguez García, dada a conocer el sábado pasado en Proceso, López Portillo, en una conversación a principios de siglo, se disculpó “por sacarlo de la SEP”, así como porque consideraba que el peor error de su vida “fue no haberlo hecho presidente. No me daba cuenta de la pequeñez de De la Madrid”). Dentro de su obra, en este texto me concentro en dos grandes tareas: El Plan Nacional de Educación (PNE) y las líneas trazadas para la educación superior del país.
Por lo que se refiere al PNE, los trabajos efectuados durante la campaña electoral de 1976 por parte del PRI, a través de lEPES, fueron aprovechados en amplia medida por el nuevo secretario de la SEP, quien hasta unos días antes había sido presidente del PRI y, con ello, cabeza de dicha campaña que había puesto un especial énfasis en la parte educativa. A cinco semanas de haber tomado posesión del cargo, y ante el presidente de la República, ya se estaba instalando la comisión que emprendería los trabajos para la elaboración del Plan. Pero no sólo eso, allí Muñoz Ledo trazaba las líneas generales que habrían de orientar los trabajos del PNE.
En esa ceremonia, y con un aplomo pocas veces visto entre los funcionarios públicos de las últimas décadas, afirmó que el Plan estaría formulado seis meses después, como efectivamente acontecería el 7 de agosto. El documento se contenía en siete volúmenes (nunca antes ni después ha habido algo semejante) y ahí se inscribían las políticas públicas que en ese terreno se implantarían y que quedaron como patrimonio intangible para nuevas administraciones en la SEP. Varias de éstas últimas se ha venido implantando en los siguientes sexenios.
Una parte medular de la educación superior fue abordada de manera específica por Muñoz Ledo en la Asamblea General de la Anuies, verificada en 1977 en Gudalajara. Allí agradeció las valiosas aportaciones que ya había formulado la Asociación para la confección del PNE, mismas que le permitían cumplir con el objetivo esencial de aquella época: “Estudiar los problemas académicos y administrativos de la educación superior con miras a su planeación integral dentro del sistema nacional educativo (desusadamente, en esa Asamblea se le dio un espacio discursivo al presidente de la Federación de Estudiantes de Guadalajara, el ahora recordado Raúl Padilla).
Según Muñoz Ledo y con base en lo aportado por Anuies, la agenda de trabajo para la educación superior estaría marcada por tres aspectos: a) el “acelerado crecimiento del sistema (matrículas, regionalización y financiamiento; b) calidad (ciclos, planes, programas y métodos de estudio, investigación y difusión de la cultura, así como aseguramiento de los niveles de calidad de todo lo anterior); c) vinculación de las IES con su entorno social (superar la desigualdad del acceso, equilibrio entre la formación de los jóvenes y el empleo de los recursos humanos).
Toda esa agenda debería confluir en la construcción de un modelo de educación superior que estuviese acorde con “una sociedad en proceso de crecimiento, (y) conforme a sus necesidades, a sus limitaciones y al porvenir que ambiciona”.
El plan de Muñoz Ledo definió el qué hacer para el sexenio. Fernando Solana, quien lo reemplazó, elaboró los “Programas y Metas del Sector Educativo 1979-1982”, aportando con ello el cómo llevar el Plan a la práctica. Fue un sexenio con muchas y significativas realizaciones.
Por lo que se refiere a educación superior, en el discurso de Guadalajara, Muñoz Ledo invitó a la Anuies para que no sólo participase en la elaboración del PNE, sino también en su implementación. Tal directiva fue seguida por Fernando Solana hasta el fin del sexenio. Este conjunto de orientaciones se formalizaron en 1978 con el documento titulado “la planeación de la educación superior en México, propuesta que fue elaborada conjuntamente por equipos de la Anuies y la SEP. Históricamente, el documento se convirtió en el primer plan nacional en la materia, meta perseguida por la Anuies desde un cuarto de siglo atrás.
En ese mismo ámbito, acciones muy relevantes fueron: a) la creación de la Universidad Pedagógica Nacional; b) la Ley para la Coordinación de la Educación Superior; c) la reforma al Artículo 3º constitucional, el cual estatuyó la autonomía universitaria como una garantía orgánica, al igual que distinguió la naturaleza del trabajo académico del administrativo dentro de las IES; d) la creación de 26 nuevas instituciones, entre ellas 13 tecnológicos; e) la matrícula pasó de 569 mil estudiantes a un poco más de un millón.
En lo que corresponde a otros aspectos de la política educativa, durante el sexenio se emprendieron acciones muy relevantes como las siguientes: a) la creación del Conalep; b) la creación del Instituto Nacional para la Educación de Adultos (INEA); c) varios programas nacionales: el de alfabetización, educación para todos, educación para adultos, desconcentración de los servicios educativos de la SEP, estableciéndose delegaciones de ésta última en todos los estados.
En fin… la obra de Muñoz Ledo plasmada en el PNE tuvo un continuador e innovador eficaz en la conducción de la SEP. Fernando Solana y su equipo de trabajo lograron un avance considerable en el desarrollo de la educación nacional.
Postigo: la Universiada es un evento deportivo mundial que se celebra cada cuatro años desde 1959. México siempre ha concurrido a esa importante justa, reservada a deportistas que estudian en alguna institución de educación superior. En su última edición, celebrada en Nápoles 2019, nuestro país cosechó 21 medallas. A partir de ese momento se inició el ciclo de preparación para el siguiente evento, a celebrarse entre el 21 de julio y 8 de agosto de este año, en Chengdu, China. 310 deportistas mexicanos se prepararon para ello. La noticia es que México no asistió por primera vez desde aquél remoto año de 1959. La Comisión Nacional del Deporte, a través de su titular, la récord mundial en su momento de 400 metros planos, Ana Guevara, consideró “que es demasiado presupuesto para apoyar el deporte universitario”. Prioridades y dineros es la cuestión. El Programa Sectorial de Educación 2020-2024 indica que: “la actividad física formará parte del desarrollo integral de las y los estudiantes… Se impulsará la práctica del deporte en las escuelas… asimismo, el deporte, en su modalidad de alto rendimiento, será un recurso para alcanzar mayores estándares de excelencia… La práctica deportiva regular en las comunidades propiciará la cohesión social y la prevención de adicciones”. ¿En algún momento se ha expresado públicamente que este importante objetivo perdió su validez? De nuevo: ¿Realidad vs. Estado de derecho?
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