Brasil: La vuelta de Lula y la educación

Da Silva será presidente por tercera vez y expresó que dará especial interés a la educación en todos sus niveles a diferencia de las presidencias previas

El mandatario criticó severamente a las dos presidencias que le antecedieron.

El domingo pasado Lula da Silva tomó posesión de la Presidencia de la República de Brasil por tercera vez. Ya lo había hecho en sendas ceremonias en 2003 y 2007. Todavía le quedó prestigio y popularidad para impulsar a Dilma Rousseff en 2011 y 2015, cuatro presidencias en línea para el Partido del Trabajo (PT). Ahora, 20 años después, llega de nueva cuenta a ocupar el Palacio de Planalto en Brasilia, pero dentro de una alianza que incluye, entre otros, antiguos y recientes adversarios políticos. De ahí su insistencia para reiterar la idea de unidad nacional, o de frente amplio, en los dos discursos que pronunció ese día.

En ambas intervenciones criticó severamente a las dos presidencias que le antecedieron, ya que “desmontaron los mecanismos” de salud, educación y desarrollo social que los gobiernos del PT impulsaron durante 13 años. De ahí su propuesta para rescatar algunos de aquellos mecanismos que resultaron eficaces, como ejemplo de ello los programas de “Hambre Cero” y “Bolsa-Familia” (dinero mensual), así como algunos otros de orden social o educativo. Varios de estos, como se anunció, se reimplantarán de inmediato, “ya que no sería correcto pedir paciencia a la gente que está sufriendo ahora”. En estas líneas me referiré principalmente al sector educativo y, en especial, al nivel superior o universitario.

Aunque algunos análisis consignan que los dos candidatos principales a la presidencia le dedicaron muy poco espacio al sector educativo (p.e. M. Izupello, Infobae, 26 de octubre de 2022), un resumen de lo consignado en uno de los documentos de campaña de Lula es el siguiente: “La educación y la ciencia serán tratadas como una inversión y no como un gasto, con especial énfasis en la educación pública universal y de calidad, construcción de guarderías, aumento de recursos para las comidas escolares, implementación de educación de jornada completa, becas y conectividad”. De acuerdo con ello, y en términos muy amplios, se trataría de combinar: a) educación universal de calidad; b) investigación científica y tecnología básica; c) innovación; d) inclusión social.

Nada más… pero nada menos, una propuesta que ya detallada deberá incluir a varios de los 37 ministerios con que contará su administración, así como una amplia red de instancias que deberá extenderse a los ámbitos estatales y municipales. Así como dinero, mucho dinero: ya está tramitando la ampliación del presupuesto para este año. El Brasil de ahora no es el de la época dorada en materia económica que le tocó a Lula en sus ocho años de mandato. Las materias primas y los commodities no tienen ya el creciente valor de aquellos tiempos, la globalización se ha realentizado y la China de hoy no es la locomotora que demandó insumos y servicios del gigante verde del continente americano.

Por lo que se refiere a la educación superior y las universidades, Lula reivindica lo realizado en sus dos presidencias, indicando que lo repetirá. Tal sería el caso de una mayor inversión en las universidades y escuelas técnicas, el restablecimiento de acciones afirmativas (cuotas para egresados de escuelas públicas y estudiantes de etnias afrobrasileñas y de familias de baja condición socioeconómica). Pero, sobre todo, que cada vez haya más estudiantes matriculados. A este respecto es muy importante mencionar que en 2003 la matrícula llegaba a tres millones: Lula la eleva a 4.5 al final de su primer periodo, para llegar a casi seis en 2013 (en 2020 se tenían ya ocho millones). Pero no se crea que el mérito total es el de los gobiernos del PT: a) a la universidad pública sólo accede uno de cada cuatro sustentantes del examen de admisión; b) la matrícula privada que ya constituía un 59 por ciento en 1994, y un 67 por ciento en 2007, se sitúa ahora en torno a un 80 por ciento.

En 20 años, y no obstante los éxitos reivindicados por Lula, no todo es replicable. La gran esperanza que suscitó el primer ministro de educación de Lula en aquél 2003, Cristovão Buarque (brillante académico y exrector de la Universidad de Brasilia), quien bajo el slogan de “acelerar y dar vuelta a la izquierda”, vino a mostrar cuatro años después que no era posible cumplir integralmente ni con una cosa ni con la otra. El nuevo ministro es un agrónomo y profesor universitario que se ha destacado como gobernador por dos periodos en el estado de Ceará. Un político que ostensiblemente va para arriba. ¿Logrará rescatar lo que se hizo en aquellos otros años y, sobre todo, superarlo? Ya iré dando noticias al respecto.

Sobre la firma
Ex secretario general ejecutivo de la Anuies | capafi2@ hotmail.com | Web

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