Revista “El Maestro”: 1921-1923

Con una breve vida de tan sólo dos años, esta publicación dejó huella en los ámbitos editorial y educativo de México

La publicación destacó en la divulgación de la cultura básica y en la propaganda mexicana en el extranjero.

Dos años duró el proyecto editorial El Maestro. Revista de cultura nacional (1921-1923), a pesar de lo fugaz de sus ediciones, hizo eco en el sector educativo, pero también en el sector de las publicaciones periódicas; tanto que, aún nosotros somos herederos de este esfuerzo.

Desde entonces, parafraseando a Octavio Paz, cada que las inquietudes intelectuales y juveniles querían incendiar la época para re-organizarlo todo: hacían una revista. Hoy en día, más o menos se pretende hacer lo mismo, pero como lo popular ahora son los memes, nada más nos da risa.

Ya enserio, el antecedente más acabado y próximo de la Revista El Maestro, sin duda se encuentra en Veracruz y, fue editada por el suizo-mexicano Enrique Rébsamen, le tituló: “México intelectual”, después le siguió el profesor Gregorio Torres Quintero y su quincenal pedagógico, llamado “La enseñanza primaria”.

En cada número de El Maestro se imprimían 75 mil ejemplares, los cuales se distribuían dentro y fuera del país; de acuerdo con la visión de Vasconcelos -esa visión que atravesó los horizontes del tiempo- la revista llevó “la fama de un México culto a todos los pueblos civilizados”.

“Y aunque nunca alcanzó el periódico una alta calidad filosófica o literaria, ni era su objeto revelar talentos nuevos, si presto eminentes servicios en la divulgación de la cultura básica y en la propaganda mexicana en el extranjero”, aseguraba Vasconcelos. Recordemos que aquellos tiempos, fueron los ciernes de la época global; iba terminando la Primera Guerra Mundial.

En ese sentido, hacer propaganda o promoción nacional -fuera de los ámbitos bélicos- era territorio, aún poco explorado, pero bueno, como veremos, la revista no sólo hacía que se hablara en el mundo, del gobierno de Álvaro Obregón.

En 1969 -sí, un año después de la masacre de Tlatelolco-, el titular de la SEP, el escritor Agustín Yáñez, decidió editar una segunda época de la revista El Maestro; sobre el antecedente vasconcelista, Yáñez escribe:

“La primera época de la revista El Maestro (1921-1923) se distinguió no sólo por sus escritos teóricos y prácticos acerca de la educación en ese momento histórico de México, sino porque agrupó en sus páginas a jóvenes intelectuales de América, que hoy figuran como eminentes escritores y educadores”.

Recordemos, por ejemplo, dos casos: 1) Gabriela Mistral, poeta chilena quien colaboró en la revista y en todo el proyecto vasconcelista, ganó el Premio Nobel de Literatura en 1945. Y 2) Ramón López Velarde, poeta mexicano, quien publicó en El Maestro (1921), uno de sus poemas más conocidos y hasta nuestros días, estudiados. Velarde, ese mismo año de 1921 perdería la vida a consecuencia de una pulmonía a los 33 años, pero al mismo tiempo, ganaría un lugar dentro de las leyendas poéticas de habla hispana.

De acuerdo con Agustín Yáñez, otro de los “grandes aciertos” de esta aventura editorial fue incorporar a su labor artística y pedagógica a pintores que ilustraran sus páginas, basados en la tradición popular e indígena del país, y en las nuevas corrientes plásticas que se estaban gestando. Hay quien afirma que, por incentivar y promover estas “nuevas corrientes”, Vasconcelos inventó (conceptualmente) el muralismo.

Tan sólo un ejemplo de lo que se reflexionaba en el espacio de la Revista El Maestro, lo tomamos de la pluma del poeta José Gorostiza:

“Las cuestiones referentes al sistema educacional de nuestros días son sencillas; saber si el sistema cumple un fin nacional y humano, es otro asunto… Os doy para estudiarlo una universidad. Esto es, la institución educativa por excelencia de los tiempos modernos y la única en México. Las universidades se componen de escuelas profesionales, medicina, jurisprudencia, ingeniería, filosofía y letras, ciencias políticas, económicas, sociales, y de centros de extensión universitaria. La universidad es una agrupación aristocrática y el centro de extensión es, como las sobras de una gran comida, el pan de los pobres”. Y sigue..

“De una universidad brotan profesionistas a tropel y veinte intelectos respetables de vez en cuando, cuyas funciones en la vida son, para los primeros, si pasan de cierto número, robar o morir, y para los segundos solamente morir”. “Los profesionales”, desde entonces no eran bien apreciados por intelectuales como Gorostiza o Vasconcelos, contradicción de nuestro sistema escolarizado. Reflexión necesaria, con una antigüedad de al menos 100 años.

En su texto, “Un llamado cordial” (1921), Vasconcelos presenta las intenciones de este magazín: “El único principio que servirá de norma a los que aquí escriban… es la convicción de que no vale nada la cultura, de que no valen nada las ideas, de que no vale de nada el arte, si todo ello no se inspira en el interés general de la humanidad”. Educar a un pueblo para mejorarlo, fue la intención de esta revista, intención desprendida desde el fondo de la condición humana y también, desde lo más alto.

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