La educación superior en México: Expansión, diversificación y financiamiento en el periodo 2006-2021, de Javier Mendoza Rojas, es un completísimo relato sobre década y media de este nivel educativo

Recién salido del horno editorial, en diciembre, es el libro de Javier Mendoza Rojas. Con el título: La educación superior en México: Expansión, diversificación y financiamiento en el periodo 2006-2021, la obra, con más de 300 páginas, resulta ser un relato pormenorizado sobre lo acontecido en esos tres terrenos del nivel superior durante 15 años. Para llegar a ello, el autor sitúa su análisis en contexto: 224 millones de estudiantes matriculados en el mundo, los cuales representan al 38 por ciento de las y los jóvenes en edad de cursar dichos estudios. La media mundial da un 36 por ciento, colocándose México dos puntos porcentuales por encima de aquella. Una proporción que, sin embargo, se aleja mucho de la media de América Latina: 52 por ciento. Los avances en ese terreno pararon abruptamente en el país con la pandemia y la meta prevista para 2024 (50 por ciento, comprometida en el Programa Sectorial de Educación) no se alcanzará.
Ese contexto y números dan marco a los tres temas del subtítulo del libro. La expansión significa que en los 20 años del presente siglo la matrícula total tuvo un crecimiento superior al 100 por ciento, llegando ya a un poco más de cinco millones, considerando los diferentes subsistemas y el tipo de control (público o privado) a que están sujetas las instituciones que integran aquellos.
La diversidad se explica en función de las características en que se ha dado dicha expansión, entre las principales: a) inequidad en materia de las condiciones laborales del personal docente; b) contradicción entre la uniformidad de los modelos educativos y las culturas estudiantiles; c) grandes diferencias en materia de financiamiento entre las IES; d) algo similar por lo que se refiere a la cobertura en diferentes subsistemas y regiones del país.
Por lo que corresponde específicamente a financiamiento, las tendencias positivas, tanto públicas como privadas, estuvieron presentes en los primeros tres lustros del siglo, no obstante algunos momentos críticos, como 2008 y 2009, los de la Gran Recesión y sus efectos en México. A partir de 2015 ha habido decrementos en el financiamiento público, mismos que se extienden a las actividades de ciencia y tecnología (CyT) que desarrollan algunos de los subsistemas, principalmente en universidades federales y estatales. Los datos agregados que se consignan para el mejor año del periodo (2015) son los siguientes: a) 1.69 por ciento del PIB para ambos sectores (educación superior y ciencia y tecnología; b) 0.96 para educación superior; c) 0.30 para CyT; d) 0.23 para aportaciones de las entidades federativas en ambos rubros. Para el último año reportado (2019) las proporciones respectivas son: 1.35 del PIB; b) 0.78; c) 0.20; d) 0.17.
Por su contenido y calidad analítica, el texto resulta ser todo un tratado (“obra escrita que trata extensa y ordenadamente una situación determinada”), un verdadero tour de force. Refleja la experiencia, conocimiento y entusiasmo del autor puestos al servicio de la causa de la educación superior. Así, dentro de las tres centenas de páginas se incluyen 43 cuadros y 39 gráficas. Cada uno de ellos significa una pequeña gran batalla para que los datos hablen por sí mismos. El efecto para un lector especialista, y aún para cualquier interesado, produce un resultado final que podría publicitarse con aquella fórmula clásica de: “el texto contiene todo lo que usted quería saber sobre la educación superior actual, pero tenía miedo de preguntar”. Como botón de muestra, aquí sólo dos de las muchas particularidades allí contenidas:
• Respecto a la diversificación, el costo por alumno tiene las grandes diferencias. Dentro de las universidades públicas, las dos con mejores indicadores son las de Chapingo y Antonio Narro, con 309 y 209 mil pesos por año, respectivamente, seguidas por la UNAM y la UAM, con 124 mil, y luego el IPN con 107 mil. Entre las de menor asignación presupuestal se encuentran: la de Baja California (UABC), con 34 mil pesos; la de Guerrero, con 36 mil; y la de Nuevo León con 41 mil.
• El gran crecimiento de la educación superior en el periodo, aparte de la matrícula, se localiza en la creación de instituciones. Fueron establecidas 450 públicas, un promedio de dos cada mes. En contraste, las universidades privadas fundadas fueron casi 2,000 ¡siete por mes! Esto último se dio particularmente en programas no escolarizados, los cuales permitieron que en la matrícula nacional del posgrado se llegase al 33 por ciento, y a las dos terceras partes sólo por lo que se refiere a los programas de maestría.
Compártelo:
- Haz clic para compartir en Twitter (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Facebook (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en LinkedIn (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Pinterest (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en WhatsApp (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para imprimir (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para enviar un enlace por correo electrónico a un amigo (Se abre en una ventana nueva)
- Más