La pandemia: lecturas y recuerdos / IV

Como lo dije al principio de esta serie: el encierro obligado y el afán de ordenar espacios de trabajo trae, inevitablemente, el ‘hallazgo’ de textos u objetos que, a su vez, suscitan recuerdos. Ahora ‘apareció’ el libro Charlas de Pedro Ramírez Vázquez. El título hace referencia a un acontecimiento singular: en 1985 volvió a la UAM (en la Unidad Azcapotzalco) quien había sido su fundador y primer rector general. No era la primera vez que retornaba a su institución después de un decenio, pero ahora lo hacía despojado de la investidura de secretario del gobierno federal. Se presentaba bajo la figura de académico y profesional distinguido para transmitir a los alumnos de arquitectura y diseño la experiencia de 42 años de ejercicio profesional. Como arquitecto, la figura de Ramírez Vázquez era ya una leyenda que traspasaba los límites del profesional exitoso para asumir la de hombre universal que había transformado, en amplia medida, los espacios, la vida pública y las infraestructura del país. Un hombre con inquietudes renacentistas pero con formas de actuación que concretaban algunos aspectos de la utopía posrevolucionaria del México del siglo XX y aún de adelantado del XXI. Así, aquellas Charlas congregaron no sólo a estudiantes y profesores de las distintas áreas académicas, sino además a personas del mundo de la educación y la cultura interesadas por el insólito acontecimiento.

Con un sentido didáctico, las Charlas fueron divididas en tres sesiones, cada una de ellas con duración aproximada de tres horas, con exposición y preguntas de los concurrentes, y divididas por otras tantas temáticas: espacios escolares, espacios museográficos y espacios deportivos-desarrollo urbano. Como lo expresó Ramírez Vázquez desde el inicio: “no pretendo en estas pláticas asentar definiciones de la arquitectura ni dictar normas de cómo creo que deba ejercerse, sino simple y llanamente hacerles un relato … de cómo he ejercido mi profesión para que pueda aportar alguna utilidad de reflexión a los jóvenes”.

Quienes asistimos a estas charlas quedamos arrobados por la sencillez, bohonomía y naturalidad con que se condujo su autor en esas tres semanas en que ejerció su magisterio ante ese auditorio de estudiantes. Pocas veces el nombre de una actividad académica tiene su correlato en lo sucedido. Así, como dice la Real Academia Española, el contenido de la locución, Charlas, se cumplió con creces: “disertación acerca de un tema que se da en un ambiente familiar, distendido y ameno, sin la solemnidad o formalidad habituales”.

En ese sentido, cada Charla estuvo salpicada de aspectos personales, anécdotas, consejos, situaciones diversas que enmarcan cada una de las obras y realizaciones en que fue, frecuentemente, el protagonista principal. Digo “frecuentemente” al referirme sólo a sus labores de 1958 en adelante, cuando ocupa la dirección del Comité Administrador del Programa Federal de Construcciones de Escuelas, ya que —habría que recordarlo— aún los grandes hombres empiezan desde “pequeños”. Su primer empleo, “plomero de séptima”, en la SEP, encubría al estudiante de primer año de arquitectura que realmente hacía tareas de dibujante en la dirección encargada de construir y rehabilitar espacios educativos a lo largo y ancho del país. Al fundarse el Capfce, en 1944, organismo descentralizado de la SEP, y a tres meses de graduado, pero aún con la calidad de “canchanchán”, como él mismo se califica, ocupa su primer cargo: delegado en Tabasco, posición que nadie quería aceptar por lo magro de los recursos otorgados (hasta 15 veces menor que a varios de los estados circunvecinos). No obstante ello, la experiencia ahí adquirida, sus vivencias, van a constituir el insumo fundamental para que, 12 años más tarde, al frente de ese organismo logre la hazaña de construir, con un diseño propio, adaptado a México, un aula cada dos horas, sembrando así al país de nuevos y adecuados espacios escolares.

Pero no solo destacaba en lo cuantitativo, el aula-capfce concuzrrió a la trienal de Milán en 1960, aquella gran exposición de escala mundial que en el terreno de las construcciones escolares ganó México en ese año. Tiempo atrás lo habían obtenido Picasso en cerámica o Pinifarina en carrocerías automotrices. De esa magnitud era lo realizado por el equipo encabezado por Ramírez Vázquez.

 

Sobre la firma
Ex secretario general ejecutivo de la Anuies | capafi2@ hotmail.com | Web

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