La Anuies presenta interesante información sobre los estudiantes internacionales que visitan casas de estudio mexicanas durante el primer ciclo escolar pospandemia
Los datos 2022-2023 de la Asociación Nacional de Universidades e instituciones de Educación Superior (Anuies) aportan conocimientos sobre el comportamiento de los estudiantes internacionales recién inscritos en las instituciones de educación superior (IES) nacionales durante el primer ciclo escolar postpandemia Covid-19. Consecuentemente, permiten caracterizar la “recuperación” de la movilidad estudiantil entrante, después del confinamiento, decretado en 2020 y continuado hasta 2022. Sabíamos, por la entrega estadística anual anterior, que la movilidad entrante se había transformado durante ese bienio, a raíz de la sustitución de una política de internacionalización hacia fuera por una de internacionalización en casa. Pero ignorábamos si había sufrido más mutaciones, después del retorno completo a la presencialidad.
En la etapa de los cierres institucionales, el mantenimiento de un número significativo de estudiantes internacionales en las IES del país se debió esencialmente a una provisión a distancia de los programas y al boom de la educación virtual. Su éxito contrabalanceó e incluso disimuló una reducción de los flujos de intercambio de personas. Ante ese panorama, la publicación de la información 2022-2023 esclarece interrogantes de coyuntura: ¿Qué está ocurriendo ahora en México, cuando, a escala mundial, la movilidad física está repuntando? ¿Sigue el país esa dinámica o mantiene los cambios habidos, por fuerza, en los primeros dos años de la actual década? ¿Quiénes son los actores de la movilidad entrante, en cuanto a sus orígenes territoriales y a sus elecciones formativas?
El Anuario estadístico registra que se inscribieron 20 mil 995 estudiantes extranjeros. 7 mil 645 lo hicieron en pregrado (licenciaturas, ingenierías, técnico superior universitario) y casi el doble (13 mil 350) en posgrado (maestría y doctorado). Equivalen al 1.4 por ciento de la matrícula nacional de nuevo ingreso (1 millón 436 mil 15 estudiantes)
Por origen geográfico, más de la mitad procede de América del Sur (51 por ciento). Esa propensión es superior en el posgrado, donde 57.7 por ciento.de los ingresantes viene de esa región. De manera similar, los alumnos oriundos de América Central y el Caribe son más numerosos en posgrado que en licenciatura (38 por ciento y 21 por ciento respectivamente). Los casi 3 mil estudiantes estadunidenses muestran un comportamiento inverso. Aunque representan el 35 por ciento del grupo de alumnos entrantes, en general, su proporción cae en el posgrado a menos de 2 por ciento. Esas elecciones contrastadas denotan valoraciones distintas de la atractividad relativa de las formaciones en los países de procedencia y de destino. Otras zonas de procedencia, por su parte, son minoritarias: la base sólo detecta a 321 estudiantes europeos (1.87 por ciento), 222 de África, Asia u Oceanía (1.06 por ciento) y 67 de Canadá (0.3 por ciento).
En comparación con 2020-2021, se advierten entonces continuidades y cambios: entre los segundos, la proporción de estudiantes de América Central y el Caribe se duplicó, pasando de 17 por ciento a 33 por ciento, mientras que las de europeos, estadunidenses y canadienses disminuyeron. La pospandemia situó así México, en tanto polo receptor, en un escenario de “re latinoamericanización”.
Respecto de la disyuntiva entre movilidades virtual y física, los datos confirman una tenencia ya identificada durante la pandemia, a saber, la concentración de la movilidad en instituciones privadas, ofertantes de servicios virtuales de enseñanza. Una de las principales es la Universidad Internacional Iberoamericana (UIIA), cuyo alumnado extranjero se caracteriza por ser originario, sobre todo, de América Latina y estar inscrito en posgrados en línea, teniendo los estudiantes internacionales que apersonarse en México sólo al momento de defender su tesis. En vista de ese caso, hay que interpretar las estadísticas con precaución. De hecho, la UIIA y, de manera general, todas las universidades en línea provocan distorsiones en las tipologías de movilidad entrante. Algunas universidades privadas, poco conocidas, como el Instituto Kuepa o la Escuela IEXE de Políticas Públicas, reportan incluso más alumnos extranjeros que la UNAM o el Tec de Monterrey.
La base de datos tiene, además, otros sesgos. No precisa el género de la matrícula extranjera ni las carreras en las que se inscribe. Tampoco registra la matrícula total de extranjeros por institución. Esta omisión, inexplicada, impide calcular la tasa de éxito de los estudiantes extranjeros en México o, correlativamente y en caso de estancias largas, su tasa de suspensión de estudios. También imposibilita una comparación de la situación nacional con las de países que reportan a organismos internacionales como la Unesco o la OCDE la información sobre movilidad total.
Otros interrogantes surgen al cotejar las cifras de la Anuies con las que reportan las propias universidades. Un desfase es patente, por ejemplo, en la UNAM que, en documentos propios, reporta cifras superiores a las arrojadas por la Anuies, mediante la sistematización del formato 911 de la secretaria de Educación Pública (SEP).
Pese a esos límites, los fenómenos que evidencia la información disponible deberían representar insumos en el proceso en curso de revisión de las políticas públicas de regulación y de acreditación. La situación de las instituciones privadas en línea debería ser objeto de una reflexión estratégica sobre la calidad. Los datos disponibles deberían servir para identificar cuáles establecimientos captan estudiantes internacionales y asentar en ellos, principalmente en los públicos, un liderazgo regional renovado, en América Latina, en materia educativa.
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