Consolidó experiencias del movimiento estudiantil de 1968 y trabajo comunitario tras el sismo de 1985

El año 1988 fue para México la plataforma de formación de un nuevo tipo de participación ciudadana y política –que se vive actualmente–, que selló con toda claridad los antecedentes del movimiento de 1968 y el terremoto de 1985, aseguró el doctor Manuel González Navarro, investigador de la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Al intervenir en el Ciclo permanente de Conferencias del Posgrado en Psicología Social de la Unidad Iztapalapa con la ponencia magistral La formación de la participación ciudadana en México. Un escenario desde 1988, sostuvo que es en ese momento que se inaugura un proceso de colaboración y con ello de una cultura política innovadora, con repercusiones en los ámbitos económico, social y cultural del país.
Por tanto, 1988 es un año de enorme producción que lleva a recurrir a algunos antecedentes que permitirán formar, modelar, dirigir, organizar y cultivar la recuperación de experiencias de grupo, sobre todo en la coincidencia de competir por la Presidencia de la República.
En ese sentido, representó dar una connotación particular a la acción de colaborar y no dejarla como estaba expresada en la estructura del Partido Revolucionario Institucional, a través del corporativismo.
“El 88 no puede dejar de tener al menos dos elementos: las repercusiones del movimiento estudiantil de 1968 y el sismo de 1985 en la Ciudad de México. El primero causó un shock importante al trascender que el gobierno había mandado matar a estudiantes”, señaló el académico experto en psicología social.
“El 68 dejó una gran herencia, una crítica a un sistema político dominante y autoritario que hizo que emergieran rumores, chistes, melodías populares y corridos tradicionales modificados, pero también novelas y películas en términos de darle una comprensión”, añadió.
Luego de más de 50 años “la pregunta sigue estando ahí, sobre todo después de la muerte de Luis Echeverría Álvarez, haciendo que las memorias surjan con mayor nitidez, lo que lleva a que la crítica que permanecía privada se convierta en pública y es entonces cuando el individuo empieza a convertirse en un ciudadano activo”, subrayó.
En 1988 la capital del país estaba más preparada en educación e información, se había constituido un nuevo ciudadano mucho más enterado con un promedio de educación secundaria y preparatoria, si bien el estigma del gobierno y, por tanto, del Estado era de incapacidad, inoperancia y lejanía de los problemas de la población.
Los primeros días después del sismo de septiembre de 1985 algunas personas salieron a apoyar en labores de rescate, “así como en la toma de decisiones sobre la configuración del barrio, la urbe y la nación, dando pie al arranque de una base de organización sociopolítica elemental llamada Movimiento Urbano Popular (MUP), que configuró una serie de lineamientos que permitían la participación colectiva”, explicó.
En ese contexto es que “se construyen a cabalidad referentes políticos que se hacen oficiales y en los que la ciudadanía contribuía con su identidad dentro de su propio lugar y las organizaciones de izquierda se activaban para trascender al espacio público para apoyar en términos de gestión, información y comprensión de la situación social con el fin de atender las demandas comunes”, anotó.
En el año 1988 nace la transición democrática “y se expresan emociones diferentes para ponerla a disposición de un futuro esperanzador”, aunque en las elecciones presidenciales se materializó un fraude.
“Cuauhtémoc Cárdenas, como alguien fraguado en la vida política oficial, en el templete de Zócalo junto con líderes de distinto signo con miradas de alegría, esperanza y una cantidad de memorias ocultas y de formas de pensar”, fue lo que llevó al docente a iniciar esta indagación.
En ese momento “me pregunté cómo era posible que alguien aparentemente desconocido, pero con un nombre inusitado, pudiera convocar con tanta efervescencia. Entonces para mí el 88 marca una serie de acontecimientos sociales, políticos, económicos y culturales muy relevantes que puede ser indicio de la comprensión del presente y algunas rutas del futuro, pero sobre todo el despertar de la intervención ciudadana”, finalizó el académico del Departamento de Sociología de la UAM.
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