El juvenicidio es un ejercicio mediante el cual el Estado elige quién vive

En El Salvador y otros países centroamericanos se está aplicando un modelo de seguridad que pretende aniquilar a las bandas reprimiendo y encarcelando a jóvenes, advirtió Alfredo Nateras Domínguez, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Esa política y forma de actuar la encarna de manera ejemplar el gobierno del presidente Nayib Bukele, quien además construyó la cárcel más grande de esa región, señaló durante la conferencia ¿Feminicidio y juvenicidio?: un estudio de caso en El Salvador contemporáneo, realizada en el Centro de Difusión Cultural Casa Rafael Galván.
El juvenicidio es un tipo de aniquilamiento que debe entenderse como una categoría de análisis en elaboración que alude a la muerte artera contra la condición juvenil ligada con la precariedad social, económica, familiar y educativa, explicó el académico del Departamento de Sociología de la Unidad Iztapalapa.
Está presente a través de estrategias del Estado y sus instituciones aplicadas en forma sistemática y permanente a fin de controlar, reprimir y exterminar a un tipo de juventudes; “es un ejercicio de necropoder, de la necropolítica y de la biopolítica mediante el cual el Estado elige quién vive y quién muere; es algo sofisticado con una ingeniería tecnológica del poder y del exterminio”.
El coordinador del Diplomado Culturas juveniles. Teoría e investigación citó la frase “Vivo por mi madre y muero por mi barrio,” grafiti que expresa la configuración de la vida cotidiana social que da cuenta de la realidad en la que se reconoce a la madre y a la clika.
En 2020, el primer mandatario de aquella nación declaró el estado de emergencia por el repunte de violencia, lo cual ha generado el quebrantamiento de derechos humanos, “las penitenciarías parecen campos de concentración, juntó a pandilleros de bandas rivales en la misma celda y las selló con placas de acero”, refirió.
“Bukele, que es un millennial con 3.5 millones de seguidores en su cuenta de twitter, controla los medios de información y crea una narrativa propia, para 2022 decretó el estado de excepción con más detenciones arbitrarias, allanamientos de morada y en abril del año pasado empezó a edificar una megacárcel, a la fecha Bukele, tiene una aprobación de 91 por ciento de la población”, apuntó el investigador.
Durante el seminario Estudios sobre la violencia, 2023: juvenicidio y feminicidio, Nateras Domínguez reveló que en Honduras la presidenta Xiomara Castro empezó a emplear el modelo de Bukele para combatir a las bandas juveniles, que se está replicando en otros países, si bien “esa batalla nadie la gana, pues no se puede exterminar a un agrupamiento identitario”.
El también jefe de Área de investigación Acción colectiva e identidades emergentes refirió la integración de un grupo de estudio sobre las narrativas del feminicidio y juvenicidio desde América Latina, desde el sur, como lo indica Boaventura de Souza.
“A partir de esta perspectiva estamos abonando una plataforma teórica acerca de la noción de esa conceptualización y su articulación con el feminicidio, el genocidio, la necropolítica, el necropoder, las máquinas carcelarias y las migraciones forzadas, entre otras categorías de análisis”.
Rspecto de las pandillas y las comunidades juveniles, el eje de ese fenómeno tiene que ver con el aniquilamiento identitario infantojuvenil, otro aspecto es la estética clásica de la Mara Salvatrucha (MS 13) y del Barrio 18 que ha cambiado, sobre el encierro y las violencias, la narrativa de Donald Trump que demonizó estos agrupamientos y la reflexión sobre El Salvador y los contextos contemporáneos.
“El rostro identitario de MS 13 y Barrio 18 se lo dan los pachucos en su transición identitaria a los cholos mexicanos, estos son la primera cultura de frontera en los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado que se van a Estados Unidos. Mara significa: compañero, carnales, y Salvatrucha salva de El Salvador y Trucha ponerse listo, avispado, entonces significa un salvadoreño listo”, detalló.
La maestra Cándida Irene Chévez Reinoza, investigadora de la Universidad de El Salvador, señaló el largo camino de violencia que han recorrido los países de la región y en este contexto “se populariza el concepto de estrategias de seguridad carcelarias y represivas que no han demostrado ser efectivas para abordar situaciones de intimidación, pero que ahora tienen la particularidad de mostrarse como un modelo exitoso que se está exportando no sólo en América Latina, sino en el mundo”.
Durante el acto convocado por la Red de Investigación sobre Violencias de la UAM, indicó que se trata de vender el modelo de Bukele de la guerra contra las pandillas como exitoso y popular que atrae, convence y gana aplausos, aunque en el caso de El Salvador no se habla de más del feminicidio, pues ha tenido una mayor visibilidad por la lucha de las mujeres.
“En esa nación el gobierno habla de una conflagración ganada y que se ha eliminado el problema de las pandillas, pero se invisibilizan las diversas formas de violencia que han existido históricamente, pues los factores y causas de raíz permanecen y se maneja una política del olvido con un discurso que no habla de los orígenes, de las causas y que borra el rostro de las personas”, señaló Chévez Reinoza.
“Ese flagelo no es nuevo, tampoco es de los últimos gobiernos de la región, se remonta a los conflictos armados que se vivieron desde 1980 y que trajeron afectaciones psicosociales; en los años noventa del siglo pasado surgieron las pandillas en la región, pero la crueldad no ha sido causada por ellas, sino que es uno de los actores de este problema”.
Ahora, “la llamada generación Bukele (2019-2024) tiene que ver con el fortalecimiento del Estado penal que en 30 años demostró no ser efectivo y que ha significado dolor para la población por las desapariciones y violaciones; en ese contexto surge el mandatario salvadoreño, cuyas políticas y estrategias son las mismas que las anteriores solo con algunos elementos que la vuelven diferentes pero que ahora son aplaudidas por la sociedad de ese país”, concluyó la investigadora.
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