Especialistas participaron en la mesa Ciencia Violeta, convocada por la Dirección de Comunicación del Conocimiento
En el mundo menos de 30 por ciento de las personas que se dedican a la investigación de la ciencia es mujer, pero no sólo eso, estas profesionistas en tecnología, ingeniería y matemáticas perciben un salario 18 por ciento menor al de sus colegas varones y en el ámbito universitario, por cada tres de ellos, hay sólo una estudiante de una licenciatura en ciencias básicas e ingenierías.
Durante la segunda mesa del Ciclo Mujeres en Acción: arte, ciencia, tecnología e innovación –organizado por la Dirección de Comunicación del Conocimiento de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y moderada por la maestra Oriana Trejo Álvarez, encargada de Fomento del Conocimiento– la doctora Aída Jiménez González señaló que dedicarse a la esfera científica le ha permitido conocer y acotar los problemas, proponer soluciones y evaluar el alcance y logro de los métodos que con mucha persistencia llegan incluso a generar saberes nuevos.
Particularmente, dijo, su campo de acción es la salud vista desde la ingeniería biomédica, por lo que sus esfuerzos se orientan a la detección temprana de problemas de oxigenación en fetos, lo cual brinda mayores herramientas al químico y certidumbre a las familiares, es decir, con su trabajo ayuda a reducir el número de muertes fetales y a controlar las complicaciones antes, durante y después del parto, tanto para la madre como para el bebé.
La profesora del Departamento de Ingeniería Eléctrica de la Unidad Iztapalapa recomendó a las futuras científicas no dejarse vulnerar por la forma como los demás las juzgan y recordó que cuando entró a la universidad oyó decir que los biomédicos practicaban electrónica para señoritas, refiriendo que lo efectuado por mujeres es de menor calidad o menos importante. Declaraciones como esa seguirán escuchándose por muchos años, pero sólo demuestran que quien las emite carece de formación y desconoce el impacto del sector femenino en la ciencia.
La doctora Karen Miranda Campos, coordinadora de la Licenciatura en Ingeniería en Computación y Telecomunicaciones de la Unidad Lerma, ha puesto en marcha algunas estrategias para disminuir la brecha diferencial entre estudiantes varones y mujeres, implementando talleres que se imparten sólo para ellas, con la finalidad de ayudarlas a sentir confianza y a colocarlas en una posición más justa frente a sus compañeros.
“No entiendes lo que pasa y no lo harás”, “tu compañero tiene mayor experiencia”, “prefiero que seamos puros hombres”, con frases como esas van relegando la labor femenina en el ramo de las ciencias y, ante ello, un mecanismo de defensa frente a los ataques ha sido no escuchar o no pelear con las actitudes de desprecio, pero más que dejarlos pasar es importante nunca normalizarlos y siempre exponerlos e incluso exhibirlos, pues al señalarlos se ayuda a evitar que sigan ocurriendo.
La doctora Daniela Aguirre Guerrero, profesora del Departamento de Matemáticas Aplicadas de la Unidad Cuajimalpa, afirmó que ha ignorado cantidades de comentarios denostativos, pero “con el tiempo aprendí a poner altos, a defenderme y a confrontar estas situaciones, y a usar también los mecanismos creados por la propia Universidad, porque aun entre profesores se dan prácticas misóginas” apuntó.
Ser docente es un privilegio y una gran responsabilidad latente, que permite enfocarse en temas de interés y divertirse haciéndolo, por lo que invita a romper con la idea de que las ciencias están fuera del alcance de ellas. En este sentido, aceptó que la mayoría de sus colegas son varones, pero cada vez más surgen núcleos femeninos en torno a temas de interés específicos, como en su caso, que pertenece a un grupo con quienes comparte experiencias y saberes científicos, pero también sirve como espacio de contención y escucha.
La doctora Estela Andrea Serret Bravo, profesora del Departamento de Sociología de la Unidad Azcapotzalco, explicó que el enfoque o mirada de género permite hacer visibles a las mujeres, lo que pareciera absurdo, sin embargo, lo cierto es que su presencia en todos los ámbitos sociales ha sido sistemáticamente ocultada, minimizada e ignorada, por lo que se busca dar cuenta de que constituyen una parte fundamental de la sociedad.
En la mesa Ciencia Violeta, Trejo Álvarez precisó que a la edad de 15 años las jóvenes se alejan de las carreras científicas debido a una deficiente orientación vocacional, a los estereotipos de género, y a influencia de compañeros, familia y docentes.
Para revertir lo anterior hay mucho por hacer, por ejemplo, visibilizar los logros de las mujeres e implementar programas de orientación vocacional desde la primaria; eliminar obstáculos, prejuicios, normas sociales, percepciones culturales, estereotipos y actitudes, y desarrollar políticas públicas con perspectiva de género integradas a las universidades y campos laborales.
