Enigmas que rebasan nuestra comprensión

De todo hay entre jóvenes, viejos, humanos, dioses, poderosos, ególatras, filósofos, alcoholegas y... pobres tontos

¿Será que el ex subcomandante Marcos perdió fans al no contar con curules para repartir?

1. Si como dijo una concursante de belleza de Panamá, “Confucio era un antiguo chino japonés que inventó la confusión”, seguramente Hipócrates fue un antiguo griego romano que inventó la hipocresía.

2. Afirmó Epicuro que, si hay dioses, de nosotros no se ocupan. Y explicó: “Tal vez los haya. Ni lo afirmo ni lo niego, porque no tengo medios para saberlo”. Jorge Luis Borges refiere que su padre, Jorge Guillermo (abogado, psicólogo, escritor y traductor), más pragmático que Epicuro le dijo un día: “Mira, llueve sobre el mar, donde el agua no se necesita, y no llueve en la tierra seca donde hace falta para que no se pierda la cosecha; una prueba más de que si Dios existe también suele equivocarse”.

3. Por cierto, a propósito de dioses, me decía un alcoholega, no sin congoja: “Y yo todo el tiempo pidiéndole a Dios milagros y sólo obteniendo desdenes. Y todo por no saber que el macizo es Sanjuditas, aquí para los jodidos. Dejé de pedirle a él y ahora Sanjuditas me hace el paro. ¡De haberlo sabido antes!”.

4. Si la justicia existe, y no me refiero a la justicia poética ni al karma, sino a la ley aplicada sin concesiones, algunas cuentas habrá de pagar (y no con Dios ni con San Pedro) aquel individuo que insensiblemente dijo: “Las personas que fallecieron, fallecieron”.

5. La sinceridad se agradece, pero con frecuencia alarma si es de cínicos y gansos. Sincerote fue el que dijo: “No crean que yo vengo aquí con las ideas analizadas”.

6. Oscar Wilde nos dejó grandes lecciones; una de las mayores es la que entraña la definición de su identidad: “En mi opinión, y felizmente, yo no soy un hombre normal”.

7. Otra lección de Wilde nos sigue enseñando todo aquello que ignoran los bárbaros irremediables: “Detesto la vulgaridad del realismo en la literatura. Al que es capaz de llamarle pala a una pala, deberían obligarle a usar una”. Wilde pagó un muy alto precio por ir contra las ideas, creencias, costumbres, paradigmas y preceptos establecidos por el poder dominante y aplastante. Fue juzgado, condenado y encarcelado, con inquina y alevosía, y para rematarlo, con burlesca ironía, en los trabajos forzados en la cárcel, fue obligado a usar una pala.

8. Las siete etapas o períodos de la vida de un ser humano son prenatal, infancia, niñez, adolescencia, juventud, adultez y ancianidad. ¿De dónde sacaron entonces los funcionarios eufemísticos y barbáricos que nosotros, los viejos, los rucos, los ancianos pertenecemos a la tercera edad? ¡La tercera edad es la niñez! A mí, díganme viejo, anciano, provecto, abuelo inclusive, pero que no me vengan con esos piadosismos hipócritas y eufemismos mentirosos que desfiguran el idioma cuyo cuidado y buen trato les interesa, cada vez más, a menos gente.

9. El idioma es claro, es lógico, es preciso; no acepta caprichos y se niega a admitir dócilmente las arbitrariedades y las germanías y lunfardos con los que se pretende destruir su lógica y precisión. Por ello, no es lo mismo “gana casi 700 millones de dólares en la lotería” que “casi gana 700 millones en la lotería”. ¿Comprenderán acaso esta enorme diferencia los que hoy pergeñan gratuitos libros de texto? Lo mismo da, esto es seguro, para quienes creen que no hay discrepancia entre libros gratuitos y gratuitos libros, porque tampoco saben distinguir entre un “tonto pobre” y un “pobre tonto”.

10. Veo que muchos de los que fueron fans rabiosos del ex subcomandante Marcos, hoy subcomandante Galeano, han renegado de su “zapatismo” y ahora están nadando en la abundancia del gobierno porque la revolución, por fin, les hizo justicia y les llovió en su milpita: lluvias intensas, copiosas y continuas, que hasta nadan en ellas; ¡nadan y nadan y vuelven a nadar! La memoria es corta, pero se extiende hasta el infinito y más allá con las hemerotecas, las videotecas, los archivos de voz y todas las herramientas de internet. Ahí se ve quién es quién, qué ha dicho, qué ha hecho y qué ha deshecho. A los que hoy no son marquistas ni zapatistas, y reniegan de sus “convicciones”, pese a que antes eran rabiosos evangelistas de esa causa, se les terminó el amor y la idolatría hacia el héroe rebelde. Pero ¿por qué sería? ¡Ah, claro, ya apareció el peine! Es que el ex subcomandante Marcos, todo un símbolo de la rebelión, no buscó la silla presidencial, y, por ende, no tenía entre sus propósitos ni entre sus posibilidades repartir puestos públicos de gran remuneración hasta para los que se dicen proletarios en su oficina gubernamental o en su asiento curulesco. No fue él, por cierto, quien ordenó modificar la ley y nombró a PIT2 (Santo Señor del Doblaje combinado con el Ultraje) director general del Fondo de Cultura Económica, porque en el fondo es un buen general y admirador de rifles, pistolas, balas y generales. Hoy queda claro, ¡clarísimo!: rebelde con causa que no llega al gobierno pierde a sus adeptos. Hoy, sus fans tremebundos de antaño se han olvidado de él, y ni siquiera hay uno (ni Mariquita, la de atrás) que vaya a ver si vive o muere… si no, para correr, como en la inocente canción infantil de El Milano que come perejil. Y del subcomanche ni sus luces; ¡menos aún de sus fanáticos.

11. La ingenuidad (pongámosle esta palabra) de los que llegan al poder y cambian las leyes a su antojo, según sus conveniencias, es, por decir lo menos, cómica. Así como ellos llegaron y cambiaron las leyes, cuando los otros lleguen por la revancha las cambiarán también, de acuerdo a lo que les convenga. Les falla la inteligencia, esto es obvio, pues darwinianamente todo lo que no se usa acaba por atrofiarse, pero, por ironía (¡ellos tan “populares”!), también les falta calle, filosofía popular, pues hasta el corrido lo dice claramente: la vida es un volado y el que la vive también. “Qué cambios tiene la vida./ Mientras la moneda gira,/ el de abajo va pa’ arriba./ Las sorpresas no te avisan”. ¡Qué candidez de gente tan maliciosa! La malicia no les sirve ni en defensa propia.

12. Hablando de canciones (“y mujeres”, agregaría Martín Urieta), un amigo, dolido por amores regiomontanos canta sollozando del siguiente modo los dos versos inolvidables de Tomás Méndez: “Las regias no matan,/ pero sí tu maldito querer”. Y esto no lo supo el chilango Gabriel Siria Levario, alias Javier Solís.

13. Después, hablando de vientos del pueblo, no los de Miguel Hernández, ni los de PIT2, sino los de mi rancho, encuentro que los vientos en mi pueblo son harto democráticos, y más aún los vendavales, los ventarrones: remolinos terrosos que levantan a su paso todo lo que rueda por el suelo, y pasada, como en un parpadeo, su fuerza loca, podemos ver el clínex y el pañal en la copa de un árbol, en la cima de una torre: su Everest quimérico. Es que “vino el remolino y nos alevantó”. Pero también, repentinamente, vendrá el aguacero o el chubasco que los pondrá nuevamente en el suelo, empapados, enchumbados, escurriendo sustancias, chorreando su “importancia”, y cuando pegue el sol a todo lo que da y los seque, otra vez a rodar (“rodar y rodar”, ya lo dijo José Alfredo) hasta que se deshilachen y deshagan y nos recuerden, paradigmáticos, que polvo somos y en polvo nos convertiremos (y lo del “polvo enamorado”, dejémoslo a la lírica, que es cosa de poetas y licencia de bardos).

14. Pero no olvidemos, ya en el estribo, ya para despedirnos, del humilde y modesto que iba platicando con su mejor amigo; el más admirado por él, el más querido, al que elogiaba así: “Tú eres el mejor, el más trinchón de todos, el fregonsísimo entre los fregonsísimos, el impar, el grandioso, el como-tú-no-hay-dos”. Y el otro asentía y exigía: “Dime más”. Era Sméagol y era Gollum, alternativamente: “¡Mi precioso!”. Hablaba consigo mismo.

Sobre la firma
Fabulaciones | Web

* Fue poeta y es ensayista, editor, divulgador y promotor de la lectura. Sus libros más recientes son Por una universidad lectora y otras lecturas sobre la lectura en la escuela (Laberinto, cuarta edición definitiva, 2021), Escribir y leer en la universidad (Anuies, 2019), La prodigiosa vida del libro en papel: Leer y escribir en la modernidad digital (Cal y Arena/UNAM, 2020), ¡No valga la redundancia!: Pleonasmos, redundancias, sinsentidos, anfibologías y ultracorrecciones que decimos y escribimos en español (Océano, 2021) y El vicio de leer: Contra el fanatismo moralista y en defensa del placer del conocimiento (Laberinto, 2021; segunda edición, 2022) y Más malas lenguas (Océano, 2023). En 2019 recibió el Reconocimiento Universitario de Fomento a la Lectura, de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.

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