Entrevista con el director del Centro de Investigación en Geociencias Aplicadas de la Universidad Autónoma de Coahuila

La ciencia es una de las herramientas fundamentales para hacer frente a las enormes brechas sociales que persisten en el país, pero esta debe ser apoyada por encima de posiciones políticas.
Se trata de un mecanismo que puede contribuir a resolver, incluso, la pobreza y otros rezagos, desde una perspectiva que brinde resultados tangibles.
Así lo plantea Luis Fernando Camacho Ortegón, director del Centro de Investigación en Geociencias Aplicadas de la Universidad Autónoma de Coahuila (UadeC).
En entrevista con Campus, el investigador sostiene que a pesar de la valía y la importancia que reviste el desarrollo científico para la sociedad y para el país, esta no es impulsada desde los primeros niveles educativos.
Sin raíces suficientes
Para Luis Fernando Camacho Ortegón, quien se graduó como Ingeniero de Minas y Metalurgista en la Escuela de Minería y Metalurgia de la UAdeC, afirma que el impulso a la ciencia y la investigación en la educación básica y media superior, es muy limitado.
Plantea que este escenario es propiciado, principalmente, por la falta de “infraestructura digital, como internet, computadoras, software, bibliotecas digitales, así como de laboratorios funcionales de ciencias básicas”.
Aunado a ello, dice el especialista, no se cuenta con “personal capacitado para desarrollar las vocaciones científicas en los niños y jóvenes y personal docente sin capacitación continua”.
Inclusom refiere Camacho Ortegón, quien obtuvo el grado de Doctor en Goeciencias por la Universidad Henri Poincare de Nancy, en Francia, también se carece de atmosfera y decoraciones adecuadas, ya que las escuelas de México se encuentran sin áreas verdes, sin espacios que motiven a la lectura y la reflexión, edificios desconectados con su entorno y con una pésima armonía”.
Otro de los inconvenientes para el desarrollo temprano de la ciencia, es el insuficiente presupuesto para el gasto corriente de las escuelas, por lo que “los docentes y padres de familia sufragan los gastos de operación de las escuelas, considero eso una desigualdad descomunal contra los países desarrollados”.
Asimismo, comenta, se requiere de un horario adecuado “para desarrollar todas las capacidades del educando, como aprender correctamente el idioma oficial, dominar las ciencias básicas, aprender un segundo idioma extranjero, practicar la lectura, el arte y el deporte.
“El horario de las escuelas de educación básica es infinitamente limitado e insuficiente para desarrollar la curiosidad científica de los niños y jóvenes, para el jardín de niños, tres horas de estancia en la escuela con media hora de recreo, es insuficiente para desarrollar vocaciones en edad temprana”.
Mismo caso asume, para la educación primaria, donde “para que un niño pueda aprender y desarrolle su capacidad cognitiva, requiere mínimo cuatro horas diarias de estudio, una para poner en práctica lo aprendido, media hora para comer y media hora para socializar y otras dos horas destinadas en actividades físicas y culturales”.
Por ello, dice Camacho Ortegón, quien es es especialista en geología, petrografía de la materia orgánica e inorgánica, así como en modelado termocinético y geométrico de sistemas petroleros, “si esta dinámica no se cumple en la primaria, los niños llegan a secundaria a repetir patrones y repasar lo mal aprendido y a bachillerato ingresan con conocimientos básicos catastróficamente deficientes”.
Función determinante
Al hablar del rol que debe jugar la educación superior para alcanzar un mayor desarrollo económico en el país, el director del Centro de Investigación en Geociencias Aplicadas de la UAdeC enfatiza que sin lugar a dudas representa la mejor opción.
“Ya que un país educado puede construir su propia tecnología y dejar de depender de la tecnología importada con lo que será autosuficiente en su desarrollo tecnológico”.
Por ello, insiste Luis Fernando Camacho Ortegón, quien fue director de la Escuela Superior de Ingeniería de la UAdeC, se deben establecer estrategias para resolver los factores quemás influyen en la desigualdad educativa, como “la infraestructura educativa inapropiada, sin planeación y sin recursos, la falta de financiamiento a los programas educativos y la falta de capacitación docente”.
A final de cuentas, plantea el especialista, las instituciones de educación superior deben de romper esa inercia y “abrir espacios para educar a más jóvenes a través de plataformas digitales y creando alianzas con otras instituciones educativas para atender la educación de manera hibrida”.
Todo con el objetivo de que hallar el mejor camino para que el sistema educativo reduzca esas enormes diferencias, para que “todas las escuelas estén orientadas a su entorno cultural particular y lograr una educación heterogénea, en función de las regiones, cultura usos y costumbres, pero con un nivel básico único”.
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