La Rectoría General y cada una de las unidades académicas tienen instalado un acelerómetro

La Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) cuenta con una Red Acelerográfica que aporta a las instituciones encargadas de protección civil y prevención de desastres, información útil para conocer y valorar el impacto de los movimientos telúricos en diferentes zonas de la Ciudad de México, indicó el doctor Alonso Gómez Bernal, investigador de la Unidad Azcapotzalco y coordinador de RA-UAM.
La Rectoría General y cada una de las unidades académicas tienen colocado un acelerómetro, que permite “contar con datos exactos acerca de cada temblor en las propias instalaciones, lo que hace posible precisar su área de ocurrencia y las intensidades a las que se someten las estructuras”.
Con dicha infraestructura y mediciones es viable hacer estudios de peligro y riesgo sísmico, así como proponer recomendaciones sobre el uso del suelo y edificaciones seguras, además de implementar las acciones preventivas que faciliten tanto mitigar su efecto, como atender la emergencia provocada por un terremoto.
“Esto contribuye a dar más precisión y densidad a los mapas de impacto sísmico que produce el gobierno de la Ciudad de México”, señaló el académico del Departamento de Materiales del citado campus, que concentra la información producida por cada nodo.
Hace poco, la UAM fue apoyada por la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación de la Ciudad de México para adecuar la infraestructura y posibilitar la transmisión de los datos que se registren, la cual consta de la construcción de una estación, nodos de red y de antenas para transmisión GNNS (Sistema Global de Navegación por Satélite), así como para establecer la comunicación con el centro de recepción del Sistema Sismológico Nacional para el intercambio de información.
Como parte de los trabajos derivados de estos apoyos se efectuaron algunas adecuaciones requeridas que consistieron en la edificación de una estación en la Unidad Lerma, la instalación de un nodo de red GPS (Sistema de Posicionamiento Global) en la estación de la sede Azcapotzalco, de una antena GPS en el campus Xochimilco y en la Rectoría General, así como la instauración de equipos nuevos.
Una estación acelerográfica requiere de una caseta protectora para contener y proteger el instrumento, el suministro continuo de corriente alterna, una batería, un sistema de protección, un nodo de red y modem, así como una antena GPS o GNSS con el fin de tener los datos sincronizados.
Estos dispositivos, que tienen capacidad de medir sismos pequeños o microsismos, así como los de mayor intensidad, cuentan con tres sensores: uno vertical y dos horizontales capaces de valorar aceleraciones y cuando se activan, el resultado se digitaliza y se envía por Internet o por satélite a cualquier centro de control.
La Casa abierta al tiempo cuenta desde 1992 con una red que se ha modernizado y hoy utiliza instrumentos como el tipo ETNA o K2, que son computadoras de mayor capacidad diseñadas para registrar movimientos telúricos fuertes.
En los últimos 30 años, la RA-UAM ha mantenido en operación algunas estaciones acelerógraficas dentro de sus Unidades y en años recientes ha registrado sismos importantes como los ocurridos el 19 de septiembre de 2017 y 2022.
Los avances tecnológicos dan la oportunidad de realizar la transmisión de la información en tiempo real, por lo que es posible implementar procedimientos para la estimación de identidades y daños a la infraestructura poco tiempo después de la ocurrencia de un fenómeno del tipo.
El docente de la Unidad Azcapotzalco expuso que en zonas de alta sismicidad en el mundo se han implementado redes sismológicas con un gran número de estaciones, con el propósito de estudiar el efecto de los temblores en un área específica; así, en California, Estados Unidos, existe una extensa red que es más densa en las ciudades de Los Ángeles y San Francisco.
Otro ejemplo lo constituyen las redes de Japón, K-net y Kik-net, las cuales están separadas por menos de 50 kilómetros en todo el país. En Taiwán también se han implementado redes con arreglos especiales.
Los acelerógrafos se inventaron mucho tiempo después y en el país los primeros equipos se instalaron en la década de 1960; instrumentos como el SMA-1 funcionaban con base en película fotográfica que más tarde era velada; posteriormente, estos dispositivos evolucionaron hasta contar con un disco duro donde se almacena la información que se extrae por medio de una PC portátil.
El investigador enfatizó que no es viable saber cuándo ocurrirá un movimiento telúrico ni de qué magnitud; sin embargo, sí se sabe en dónde es más probable que sucedan, como Guerrero, Puebla o Oaxaca, “y esto nos lleva a la necesidad de recabar toda la información de aceleraciones e intensidades que sea posible”.
Con ello, científicos o técnicos tendrán la posibilidad de hacer estimaciones en esos sitios, información que sirve, por ejemplo, para realizar estudios de riesgo sísmico y saber cómo se verían afectadas las estructuras, actualizar reglamentos de construcciones y, en general, para la toma de decisiones de entidades como las de protección civil.
Teresa Cedillo Nolasco
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