El turno del aullante

Recordamos al poeta Max Rpjas, quien precisaba que lo animal nos sostiene

La cultura es el conjunto de códigos, símbolos, ideas y acuerdos que constituyen a una sociedad, de esta forma, tanto cultura son los modales en la mesa como las obras clásicas de la música y la literatura. En ese entendido, nuestro calendario también está lleno de cultura; recientemente acabamos de conmemorar el Día Internacional de la Madre Tierra, como el Día del libro, y está en puerta el Día del niño como el día de la madre.

La cultura como el lenguaje son entidades vivas, es decir, están en constante cambio. Este cambio es precisamente la esencia de la armonía, si la cultura fuera una entidad inamovible, nosotros en el siglo XXI estaríamos obligados a adaptarnos a los usos y costumbres del siglo XVIII o del XVI, pero esto no es así, lo constantes cambios culturales son los que permiten la adaptación a los requerimientos de cada época.

Al contemplar en la agenda el Día Internacional de… el libro, el agua, la estadística, la infancia, la tierra; consideró estimulante dar propósito a cada uno de nuestros días. Pero partiría por contemplar la integridad de las partes, es decir, no puede ser el día internacional del árbol y olvidarnos de los libros, de la infancia, de la familia; el propósito es vivir y desarrollarnos conforme a valores como la equidad y la justicia, abstracciones que para concretarlas implican otros conceptos como paz, educación, legalidad.

Pero la cultura todo lo mezcla, así: entre el día de la Tierra y el día del Libro, pienso en la obra de la vida, en el texto cósmico, en la sintaxis celeste, en el idioma de los árboles en los morfemas de los insectos, en los grafemas de las jirafas, en los pronombres de los cerdos, la ortografía del aire, la edición de la mar que publica todas las tardes para el sol en su alfabeto de crepúsculo primigenio.

La poesía también ha formado parte sustancial de la cultura desde tiempos remotos. Nuestra generación, por ejemplo, fue tocada por el atrevimiento de la “poesía experimental” de Raúl Renán (1928-2017) y Max Rojas (1940-2015), El turno del aullante, de Max, por ejemplo, marcó a la generación de poetas jóvenes quienes hoy empiezan a poblar las páginas de cultura de los distintos diarios del país.

Hoy recordamos especialmente a Max Rojas, quien falleció un 24 de abril, pero de 2015. A Max y su “interminable búsqueda del ser” tuve la oportunidad de conocerlos desde 2006 y el gusto de compartir en alguna que otra tertulia los versos conjuro, aquellos de catarsis, éxtasis y exorcismo, ejercicios imprescindibles para vivir en modernidad.

Graba en la noche
tu perfil de sombras
mientras entierro flechas
mordidas por tus dientes.
[…]

Hemos dejado atrás
las palabras inútiles,
las formas exactas
de la niebla
y los huecos que esperan
un cuerpo que los llene.

Solo los dedos ávidos
que recorren la sombra
esperan tu regreso:
solo la noche -centro
de todo lo que acaba-
acaricia mi frente.

Max Rojas, aludió a lo bronco, aulló a la furia como animal desbocado y precisó que lo animal nos sostiene. Siempre con un tabaco en los labios y esa voz de caverna que lo caracterizaba al decir “la poesía no es mejoralito”. Sea este breviario, un homenaje inacabado al poeta que sin pudor se atrevió a hurgar y esculcar el lenguaje para hablar de nuestro dolor, nuestro amor y nuestro tiempo fermentado en poesía.

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