El humo de la vida

Ante la sobredosis de información digital, es relevante conocer historias, como la del artista Argeo Mondragón, a partir de las fuentes vivas

El fuego, el sueño, la narrativa y la arquitectura se funden en la obra del artista.

La guerra y el arte parecen polos diametralmente opuestos, pero estos contrasentidos caminan de la mano, viven uno del otro. Así lo apuntaba Milan Kundera en 1988. En el campo de la creación artística, generación tras generación ha emprendido una carrera vertiginosa para superar a la anterior y así consecutivamente bajo el velo del “ansia de la originalidad y el ansia de cambio”. De acuerdo con el autor, al final de la década de los ochenta, esta “carrera de relevos” de la historia de las vanguardias europeas contienden bajo un mismo techo:

“[…] su cielo y su infierno, su gloria y su vergüenza, pero no es posible separarlos. Cuando se acabe uno se acabará el otro y uno no puede acabar sin el otro. Eso de que en Europa no haya guerras desde hace cincuenta años tiene alguna misteriosa relación con que hace cincuenta años que no aparece ningún Picasso.” (La inmortalidad, 1988, p. 96).

Dentro de esta idea de las vanguardias, el movimiento muralista mexicano, el más grande de su época y del que fuera precursor el maestro Siqueiros, de su mano fue revelada la poética histórica, política y la herencia de la guerra como factor de conocimiento geográfico y de la sociedad: “[…] de los seres humanos que trabajaban, convivían y sufrían sobre nuestra tierra.” En el año 2010, Miguel Ángel Esquivel en David Alfaro Siqueiros: Poética del arte público preponderó el signo del militarismo como fundamento de irrupción en la dimensión estética del maestro, “su inmersión en la vastedad territorial del país como joven militar y como joven pintor […].

El presente texto busca sacar a flote el testimonio oral como una muestra del proceso de creación que difícilmente sale a la luz en estos días de los grandes flujos de información de la red global digital. Argeo Mondragón es un partícipe fundamental en las artes en México y el extranjero, la propuesta de entrevista que originalmente surgió como parte de la “necesidad por rescatar y preservar experiencias de la memoria y de la expresión de acontecimientos” (Meyer, 1989), develó circunstancias y acontecimientos en el desarrollo de su obra como una yuxtaposición entre la vigilia y los sueños: la obra escrita esencialmente con fuego.

Empezamos por sus primeros años. Argeo fue asentando su pensamiento anarquista-marxista influenciado por su madre y de aversión a la burocracia por su padre y poco a poco fue confrontando la idea de la violencia estructural que ejerce el capitalismo. En su sangre, fluye la herencia artística. Biznieto de la pintora y una de las primeras feministas en México, Carmen Mondragón, Naui Ollin (Quinto sol en náhuatl), la también modelo tuvo una gran interacción en diversos círculos de la plástica nacional e internacional y algunos movimientos sociales.

Argeo tejió cada uno de sus relatos con notable rapidez, me tuve que conformar momentáneamente con sus ideas principales en la medida que estiraba y achicaba sus conceptos. Su narrativa me ayudó a traducir sus ideas en imágenes, que fueron desde lo más descriptivo y personal, hasta lo más complejo de su psique. “¡Los sueños son revolucionarios! ¡Lo que te muestra el sueño, tal cual, te enseña lo que quieres y también lo que no quieres!” Declaró con urgencia. Pero para el adiestramiento de la abstracción en su obra mural y de caballete desde los sueños, dispuso la construcción de un modelo personal teórico onírico, idea que más adelante retomaré brevemente.

Entrando a la adolescencia, Argeo Mondragón incursionó al circo clásico ruso del ucraniano Anatoli Lokachtchouk (ex URSS), ex KGB y segundo mejor trapecista de la historia, laureado por un triple salto mortal en la disciplina, al paso de tres o cuatro años de instrucción, se convirtió en su maestro de vida.

El maestro Anatoli le manifestó otro mundo, otro entender de la realidad, le enseñó a curar su cuerpo a partir de la doctrina que el maestro adquirió de su abuelo, quien detentó el grado más alto en gitanería ucraniana y de su abuela, una amplia conocedora de la chamanería local. Cuando Anatoli Lokachtchouk llega a México al inicio de la década de los noventa, después de pasar tres años de cárcel y ser expulsado de la ex URSS, emprendió la búsqueda del origen del chamanismo y del circo, en concreto sobre los fundamentos de uno de los ritos más antiguos de chamanería: la transformación Nahual. En la herencia artística gitana de Anatoli solo hay dos formas de hacer arte al igual que la chamanería: curar o enfermar.

“En el trapecio hay que ser muy práctico y el arte para el circo ruso clásico es chamanería, porque se manipula el alma, el trabajo de todos los artistas, es la manipulación del alma. Todo el tiempo mi maestro nos preguntaba: ¿Cuál es la diferencia entre un buen artista y el mejor? ¿Qué es el alma? En la teoría del circo chamánica el alma es el humo de la vida, el humor, en el circo y en el arte, lo que manipulamos es el humor, y la diferencia entre un buen artista y el mejor, es que el primero podrá tener muy buena técnica, pero el mejor, como nos ponía de ejemplo, está Billie Holiday que al cantar te curaba, que hacía quemar su alma al fuego… la encendía”. Instó Argeo.

En el terreno profesional, desarrolló su tesis de licenciatura en Cuento mural, a la cual renombró/definió como Novela arquitectónica para restarle las tonalidades infantiles del cómic que traduce en tres obras: La grieta más obscura, Azul marino y Los cantos de Maldoror. La Novela arquitectónica se construye a través de la fenomenología del espacio y sintaxis.

En la lectura de Argeo, la fenomenología del espacio son todos aquellos fenómenos naturales o artificiales que te ayudan a construir, y explica un claro ejemplo de como el descenso de la serpiente emplumada sobre la pirámide de Chichen Itzá. Otro caso es el fenómeno intencionado que se ilustra cuando el arquitecto que coloca un techo de cristal y una lampara durante un evento de lluvia se dibujan sombras en el piso, y eso sustenta su narrativa. Parafraseando a Argeo, para el concepto de sintaxis del espacio utiliza el método en “como se lee el espacio” por donde surca la gente, es como el libro que se lee de izquierda a derecha, pero en un espacio físico se define por cómo está hecho el lugar, cada espacio es diferente, entonces tiene una sintaxis diferente. Se reconstruye.

La novela arquitectónica que desarrolla Argeo se trata de orientar la novela gráfica, es decir el cómic al espacio arquitectónico, “[…] entonces una habitación o cada lugar es una viñeta que se conecta a otra habitación, por lo tanto, se va leyendo narrativamente y desentraña toda la técnica de la novela gráfica.” Termina su frase.

En su obra Los cantos de Maldoror no hay una narrativa lineal, sino que son recuerdos alinéales de un veterano de guerra, todas las locuras y fantasías del personaje, son los cantos, “¡Así lo escribo, así lo pinto! Un muro en España, otro en París, en la colonia Portales, en Brasil, en Inglaterra, los cantos suceden entre Europa y América… Maldoror es un Nahual que anda a caballo y en barco, ese sincretismo entre la cultura europea y americana, sobre todo la Nahual.” Completa.

Claramente, las vanguardias artísticas rusas han tenido mucho eco en Argeo, estima que el suprematismo y el constructivismo son corrientes que han ejercido verdadera influencia en el mundo de las artes, “[…] mezclar un símbolo con otro no origina una corriente de arte y además los surrealistas son anteriores, dice Breton (André) que Lautréamont (Conde) con Los Cantos de Maldoror (1869), pero yo digo que antes de él, está Arcipreste de Hita (Juan Ruíz) con el Libro de buen amor (entre 1330 y 1343), es súper surrealista […], ¡Bueno y el Bosco!, Arcipreste de Hita inventó toda esa estética surrealista, entre comillas, luego el Bosco lo lleva a la pintura y quien lo populariza es Lautréamont en 1800 […], la corriente “surrealista” del siglo XX no inventó nada […]”.

Como de cosas serias nadie puede reír,
algunos chistecillos tendré que introducir;
cada vez que los oigas no quieras discutir
a no ser en manera de trovar y decir.

La obra de Argeo ya es extensa, en 2016 gana su primer premio Fonca (Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales) por el desarrollo en Narrativa gráfica con “Los cantos de Maldoror”, cuya tutoría corrió a cargo del grabador y caricaturista Antonio Helguera (†), y extrañamente durante su segundo día de tutelaje, descubren que el monero cargó en brazos a Argeo el día de su nacimiento.

Durante su trayecto en la maestría en Arte urbano en la UNAM, desacreditan su proyecto y lo suspenden, ya que el argumento central fue proponer un formato en el que los creadores gastaran un 10 por ciento en gestión y el resto en producir, siendo que en la realidad el artista gasta el 70 por ciento de su tiempo en la gestión y 30 por ciento en producir, falsifica firmas e identidades como propuesta artística de “arte situacionista”,

La primera exposición que desarrolla Argeo en 2019 es “La muerte de Mr. Carnitas Man”, exposición que cierra su etapa en el grafiti y da el salto al arte urbano. En un segundo momento articula la exposición “Calle papel” cuyo propósito fue presentar todo su trabajo de boceteo en el Street Art. El tercer movimiento es el “Libro de migrantes”, segundo premio Fonca (2019-2020) en dibujo y “Humo” en colaboración con Idalid Astillo y Darío Meléndez, obra escrita esencialmente con fuego.

En la cuarta exposición Tejidos Bioluminicentes, expansión de “Humo” aborda el lado obscuro del alma humana, temas del hacinamiento y la violencia. El método de Argeo se construye a partir de dos ideas: El espacio externo que se define por la exploración (scouting) de todo lo que ocurre físicamente; y el Espacio interno, es donde ocurre toda la meditación y los sueños, hace el bocetaje inmerso, y sale al espacio físico a llevar a cabo.

Una de las experiencias más vividas fue durante su viaje a Donostia San Sebastián, llegó de noche, pero primero soñó el lugar, dio un recorrido y en la vigilia cuando hizo su scouting nota que es lo mismo que recorrió sin haberlo visto nunca antes. “¡El lugar tiene sueños!” Continua Argeo. La lectura que ha hecho de Neil Gaiman, que pondera que los espacios y la ciudad tienen sueños, le han dado incluso mayor efectividad en su obra, o se acierta cuando improvisas o te rechaza si estás imponiendo una idea, incluso el lugar te puede llevar a la muerte. “Es escuchar el sueño del lugar, porque en sueños hablan los lugares.” Cierra su idea.

Hasta el día de hoy, Argeo ha descubierto 8 fases de su sueño: i) El despertar, donde se advierte que se está en un sueño; ii) El caminante, mantenerse en el sueño sin despertar; iii) El explorador, la fase más lúdica y bella, la imaginación es el límite; iv) El errante, el sueño se revela en lo que no se quiere ver, la peor pesadilla; v) El monje, descubre la meditación y respiración rítmica para recuperar el control de los sueños; vi) La disección, preguntarle al sueño; vii) El mago, es el onironauta y el sombrero, el portal de los sueños; viii) El hacker, entrar y salir de los sueños y la no corroborada ix) El hierofante, el que hace contratos con los sueños.

Cuando apenas era niño, Argeo se sumergió en el sueño del azul más brillante de su vida que se acopló con los cantos de una ballena que le anunció: “El sueño es tu destino”.

En el vórtice de la hiper información digital, la generación del conocimiento a partir de las fuentes vivas, sin duda subraya la importancia de trazar nuevas interpretaciones y mapaduras de las nuevas expresiones artísticas que van concurriendo a través del tiempo. Espero, que en un momento no muy lejano, me sea posible extender a una escala mayor, cada una de las experiencias que a bien, me han compartido estas y estos actores contemporáneos.

Referencias:
Esquivel, M. A. (2019). David Alfaro Siqueiros: Poéticas del arte público. México: UNAM.
Kundera, M. (1988). La inmortalidad. Madrid: Tusquets
Hita, de A. (1973). El libro del buen amor. 10 ed. España: Castalia
Meyer, E. (1991). Recuperando, recordando, denunciando, custodiando la memoria del pasado puesto al día. Historia oral en Latinoamérica y el Caribe. El Peso de la Historia, 5, 139-144.

Sobre la firma
Rubí Celia Ramírez Núñez
Instituto Mora

Rubí Celia Ramírez Núñez.
Instituto Mora

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