Cuando Carlos Castaneda estudiaba antropología en la Universidad de California, emprendió un viaje al norte de México con un objetivo claro: encontrar a Juan Matus, un chamán yaqui. Tras mucha insistencia, don Juan accedió a guiarlo en una experiencia única de autodescubrimiento y exploración espiritual, usando como aliados al peyote (“Mescalito”), el toloache (“yerba del diablo”) y el hongo psilocibe (“humito”). Estas plantas, aseguraba el chamán, permitían acceder a dimensiones ocultas de la realidad y experimentar una percepción más profunda del mundo.
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