La migración está configurando una nueva sociedad chiapaneca: especialistas en la UAM

Realizan el Coloquio Chiapas: Reflexiones sobre su actualidad a casi 30 años del levantamiento armado zapatista

El levantamiento armado zapatista dejó al descubierto las terribles carencias, asimetrías y desigualdades en la región.

El zapatismo atrajo el interés de investigadores y se han hecho considerables estudios sobre el levantamiento de enero de 1994, pero pocos sobre el fenómeno de la migración como factor de cambio en las comunidades, la cual “está configurando una nueva sociedad” chiapaneca, de acuerdo con lo expuesto por especialistas reunidos en la Casa Rafael Galván de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

En el marco del coloquio Chiapas: Reflexiones sobre su actualidad a casi 30 años del levantamiento armado zapatista, convocado por el Posgrado en Ciencias Antropológicas en su 30 aniversario y el Departamento de Antropología, así como por la Red de Estudios sobre las Resistencias Indígenas, las y los investigadores provenientes de distintas instituciones señalaron la importancia de abordar la migración como uno de los fenómenos que se expresan notablemente a 30 años de la rebelión zapatista.

El doctor Jan Rus, del Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica, quien dio un contexto sobre las condiciones económicas y laborales que imperaban en las comunidades tsotsiles entre 1974 y 2004, destacó dos periodos importantes en la economía de los Altos: por un lado, la crisis y quiebra del sistema de plantaciones o fincas en la entidad y, por otro, la nacionalización e internacionalización de la mano de obra de la gente de la región, posterior al movimiento zapatista.

Antes de los años 80 del siglo pasado, la economía de las familias dependía de migraciones temporales de trabajo en fincas de tierra caliente, mientras que en el segundo periodo lo hace de migraciones más largas; “pero no se trata sólo de un cambio económico, sino moral y sociopolítico” vinculado al zapatismo, dijo el investigador.

Después de Acteal, en diciembre de 1997, la gente no estaba dispuesta a que ese hecho se repitiera y empezaron a buscar trabajo fuera del país y para el año 2000 se “descubre en Chiapas la migración indocumentada a Estados Unidos”. En la década de 1990 había dos mil chiapanecos en ese país, pero para 2004 ya era el primer estado en México en número de migrantes que cruzan la frontera.

De 2006 a 2012 había 25 mil tsotsiles y tzeltales en Estados Unidos “y lo interesante es que quienes regresaron encontraron un quehacer en Chiapas sobre todo a partir del turismo y de la construcción; por lo tanto, había una nueva economía indígena en Los Altos de Chiapas hasta la pandemia, fenómeno que la hizo colapsar, debido a la baja actividad turística.

El doctor Saúl Velasco, investigador de la Universidad Pedagógica Nacional, refirió que en una entrevista el subcomandante Marcos dijo que antes de insurreccionarse el EZLN ya había tenido una derrota “causada por el filón indígena de las filas de la insurrección”, pero también hubo de reconocer otra cuando las mujeres zapatistas hicieron una gran revolución interna porque expresaron “estamos de acuerdo con la autonomía, pero no con los usos y costumbres” y esto fue un acontecimiento trascendental.

El de la migración “es una tercera probable revolución interna”, por lo que los zapatistas invitaron a los papás a conminar a sus hijos a evitar ese éxodo de sus territorios, pero “¿quién contiene el río de la juventud?”.

Este es un tercer momento de revolución interna y “obviamente ha mostrado que el zapatismo está lleno de rebeldías y sería una paradoja ignorarlo como un fenómeno en evolución”; por ello, habría que entenderlo en “varias entradas”; aquella que lo piensa como un ejército en su preparación vertical; otra como un fenómeno de organización social y política, y una más “que es el cuerpo femenino del zapatismo y de las juventudes, el de las infancias y adolescencias zapatistas”.

En ese sentido, depende dónde se quiera mirar para pensar la migración en el zapatismo como un acto de deserción, pero no se reduce a eso, sino que está el de crear y mantener una sociedad y en ese sentido no hay manera de detener ese cauce.

La doctora Tania Cruz Salazar, del Colegio de la Frontera Sur, expuso que para las y los tsotsiles que migraron dentro del estado y en forma cíclica esto cambió porque se dirigieron a ciudades fronterizas y turísticas como Tijuana, Cancún, Villahermosa y a finales de 2000 hacia las dos costas estadounidenses.

Para lograr el reconocimiento intercultural surgió la constante movilidad y aproximación de los jóvenes migrantes de los pueblos originarios a espacios urbanos, académicos y artísticos, lo que exigió un “desplazamiento en la perspectiva teórica para superar la tradicional mirada de lo indígena”.

Los trabajos sobre jóvenes y niños de pueblos originarios han manifiesto su participación laboral a través de las fronteras, su activismo en las escuelas y sus experiencias de retorno, pero pocos han dado cuenta de la agencia juvenil en el envío de remesas, en la construcción de redes, cadenas, enclaves étnicos y estrategias de adaptación cultural en países o en espacios dentro de México que les son ajenos.

El Coloquio fue inaugurado por el doctor José Antonio De los Reyes Heredia, rector general de la UAM, quien recordó que apenas unos meses después de que el Posgrado en Ciencias Antropológicas recibiera su primera generación de ingreso, en el trimestre 93-1, la marginación, la falta de acceso a servicios básicos, así como la violación sistemática de los derechos fundamentales de las comunidades indígenas, detonó, el 1 de enero de 1994, el mismo día de la entrada en vigor del TLCAN, el levantamiento armado zapatista en Chiapas.

Esta refutación abierta a la realidad oficialista dejó al descubierto las terribles carencias, asimetrías y desigualdades generadas por un sistema de producción y de consumo que nunca contempló necesidades sociales, apuntó.

La propuesta del naciente posgrado en dicho contexto implicó guiar el nuevo talento con énfasis en el trabajo de campo y en el manejo de herramientas teórico-metodológicas, para explicar las causas y consecuencias, pero también proponer vías de atención de un fenómeno social tan complejo.

Destacó que esto se ha logrado con rigor, pues se ha alcanzado el nivel de Competencia internacional por la maestría y el doctorado en su última evaluación ante el Programa Nacional de Posgrados de Calidad y su ubicación en el “Primer nivel” en el nuevo Sistema Nacional de Posgrados”.

También resaltó que con esta concepción académica, el Posgrado en Ciencias Antropológicas ha formado 283 maestras y maestros, así como 232 doctoras y doctores en 30 años.

En la ceremonia inaugural también estuvieron la doctora Verónica Medina Bañuelos, rectora de la Unidad Iztapalapa; el doctor José Regulo Morales Calderón, director de la División de Ciencias Sociales y Humanidades; la doctora Rocío Gil Martínez de Escobar, jefa del Departamento de Antropología, y el doctor Pablo Castro Domingo, coordinador del Posgrado en Ciencias Antropológicas.

En la mesa sobre el movimiento zapatista y los procesos migratorios en Chiapas también estuvieron los doctores Neil Harvey, de la Universidad Estatal de Nuevo México, y Daniel Villafuerte Solís, del Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica.

Teresa Cedillo Nolasco

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