Estudiar en otros países dota a los estudiantes de perspectivas y habilidades que los dotan de una mejor preparación para su futuro

La educación de calidad es capaz de cambiar la condición socioeconómica de las personas y, por ende, favorecer a la movilidad social. La oferta académica podemos adquirirla en nuestro lugar de origen, pero también fuera del mismo.
Una pieza clave que fortalece la movilidad social es la existencia de instituciones educativas que establecen convenios con sus pares en el extranjero para darle continuidad a la instrucción académica de nivel medio superior y superior o el aprendizaje de otras lenguas.
Las naciones pertenecientes a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) registraron casi 4.4 millones de alumnos internacionales en 2020, cifra que ha aumentado casi 70% a lo largo de una década.
En 2020, Reino Unido, Australia y Estados Unidos fueron los destinos principales para formarse en el extranjero, mientras que las naciones que reciben a un número importante de alumnos procedentes de América Latina y el Caribe son México, Brasil y República Dominicana.
Estudiar en otros países permite adquirir perspectivas sobre sus dinámicas sociales, laborales y económicas; aprender a resolver problemas en situaciones cotidianas y decidir qué soluciones o estrategias funcionan en diversos contextos. El resultado: la construcción de un pensamiento más crítico.
A través de la interacción con gente nativa se abre la posibilidad de laborar a mediano o largo plazo en las naciones donde se recibió instrucción académica, además de crear vínculos con futuros jefes, socios o clientes.
De igual forma sucede con las empresas nacionales, que suelen ver valores agregados en aquellos colaboradores que hayan efectuado estudios fuera de México porque cuentan con una visión más enriquecedora a raíz de haber vivido o, incluso, trabajado en el extranjero.
Beneficios para la movilidad social
Sin duda, la labor de las instituciones académicas contribuye al entramado de la movilidad social por medio de las ventajas que trae consigo estudiar en otras latitudes:
Hablar un nuevo idioma. Además de mejorar la memoria, practicar una lengua ayuda a interactuar de manera más natural con los hablantes nativos, desarrollar competencias laborales e impulsar el crecimiento profesional.
En 2022, con más de 1,400 millones de hablantes, el inglés fue el idioma más usado a nivel global, una lengua versátil que permite estudiar, trabajar, hacer negocios o viajar. Quienes dominan más de un idioma reciben ofertas laborales superiores.
Ampliar la perspectiva personal y profesional. Prepararnos académicamente lejos de casa modifica nuestros puntos de vista mediante la capacidad de escucha.
Adaptación. Acoplarnos a ideas, entornos y costumbres diferentes ayudará a que pongamos en práctica la paciencia y tolerancia para ser más inclusivos.
Conseguir madurez. Vivir y estudiar en otra nación permitirá que nos desenvolvamos con mayor seguridad y enfrentemos los desafíos del día a día.
La educación es un factor preponderante hacia la movilidad social y un elemento necesario para que las personas aspiren a mejores condiciones de vida y los países —como México— crezcan.
Dra. Mónica Porres Hernández
Rectora Institucional de la Universidad del Valle de México
Dra. Mónica Porres Hernández
Rectora Institucional de la Universidad del Valle de México
Compártelo:
- Haz clic para compartir en Twitter (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Facebook (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en LinkedIn (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Pinterest (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en WhatsApp (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para imprimir (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para enviar un enlace por correo electrónico a un amigo (Se abre en una ventana nueva)
- Más