Torres Bodet, el educador

Un día como hoy, en 1974, falleció este gran educador mexicano, indispensable en la memoria de nuestro tiempo

Torres Bodet, murió un día como hoy, pero de 1974; poeta entregado a la educación y a la cultura; miembro del grupo “Los Contemporáneos” junto con Salvador Novo y Carlos Pellicer. Fue “aprendiz de educador” bajo la tutela de José Vasconcelos, después ocupó la titularidad de la Secretaría de Educación Pública (SEP) en dos ocasiones. Hoy haremos un brevísimo repaso sobre este gran educador mexicano.

Como sabemos la SEP se creó desde la Universidad Nacional, cuando José Vasconcelos ocupó la Rectoría de la máxima casa de estudios. Desde el primero de febrero de 1921 Torres Bodet se sumó a la campaña de Vasconcelos como su secretario particular, cargo que siguió desempeñando en 1922 cuando los trabajos de este nuevo ministerio se encontraban en marcha, a la flamante edad de 20 años.

 En marzo de 1922, Vasconcelos nombra a Torres Bodet como Jefe del Departamento de Bibliotecas de la SEP. De marzo a septiembre de ese año, Torres Bodet impulsó la creación de 21 bibliotecas públicas en la zona metropolitana y 843 bibliotecas populares en toda la República, según relata la prensa de la época.

 En aquel año, también publicó un par de poemarios “Canciones” y “El corazón delirante”, pero a la radiante edad de 16 años ya había publicado el poemario “Fervor” con un prólogo nada más y nada menos que de Enrique González Martínez, nuestro autor de Página en blanco.

 Como dato curioso, se puede decir que, el trabajo que desarrolló Torres Bodet al frente del Departamento de Bibliotecas sentó las bases para el éxito que alcanzó la primera Feria del Libro que se organizó en México, en el Palacio de Minería, en octubre de 1924. Este legado, hoy perdura.

 En su primera oportunidad como Secretario de Educación Pública, de hecho, en su primer acto al frente de la educación nacional asistió junto con el presidente Manuel Ávila Camacho, al Congreso de Unificación Magisterial en diciembre de 1943, lo que derivó en la creación del SNTE ese mismo año.

 En aquella ocasión, expresó en su discurso: “De esa cruzada (la de la educación) vosotros sois (los maestros) los soldados intrépidos y constantes… Los talleres en que se forja el alma de un pueblo son los hogares y las escuelas y, cuando una parte de esos talleres se halla a merced de las tempestades políticas, el equilibrio se altera y los apetitos parciales se sacian a costa del progreso de la nación”.

Torres Bodet, fue creador del Instituto de Capacitación del Magisterio, la Escuela Normal para Maestros y el Conservatorio Nacional, fundó la Conaliteg y el IPN. En su carrera política también fue encargado de la Secretaría de Relaciones Exteriores de 1946 a 1948, año en que lo nombran director de la UNSECO.

 De su trabajo como diplomático en Madrid, Paris, Buenos Aires y Bruselas es donde se desdobla el rasgo de universalidad que lo caracteriza cuando escribe “feliz de haber sufrido / triste de haber gozado” todo por “el ansia de encontrar / la dimensión de una verdad completa”.

 Este hombre de letras indispensable en la memoria de nuestro tiempo, en su segunda oportunidad al frente de la dependencia educativa (1958-1964), el poeta, ensayista y diplomático nacido en la ciudad de México, creó los Libros de Texto Gratuitos (1959), empresa que encomendó para su supervisión al novelista de la Revolución, Martín Luis Guzmán.

 Dicen que Torres Bodet no tuvo biografía, tuvo currículo; entre los reconocimientos que avalan su trayectoria se encuentran el Premio Nacional de Letras en 1966, el doctorado Honoris Causa por parte de la UNAM y de las universidades de Morelia, Albuquerque, Bruselas, Burdeos, California, La Habana y París.

 Al final de su vida, rebasado por el cáncer, Torres Bodet tomó la determinación de suicidarse; en lugar de esperar la muerte, “prefiero convocarla” fue su mensaje póstumo. Este hecho puso en duda su entrada a la Rotonda de los Hombres Ilustres, donde hoy descansan sus restos. Para concluir, un fragmento de ese gran poema que es “Dédalo”:  

Alguien está preso
aquí, en este frío
lúcido recinto,
dédalo de espejos…
Alguien, al que imito.
Si se va, me alejo.
Si regresa, vuelvo.
Si se duerme, sueño.
—«¿Eres tú?», me digo…

Pero no contesto.

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