Regla de tres 886

La UV demanda un proyecto sólido que la vuelva a colocar entre las instituciones de educación superior del país. ¿Lo logrará?

Alerta en la UV.   La ruta hacia la sucesión en la Universidad Veracruzana (UV) aún es larga. 2021 puede significar un golpe de timón en la forma y el fondo de cómo se ha dirigido la institución durante los últimos años, o bien la continuidad de un modelo que ha perdido notoriedad. La gestión de Sara Ladrón de Guevara vive sus últimos meses y, desde ahora, comienzan a moverse las piezas para para abrirle camino a quienes gozan del visto bueno de la rectoría y los grupos afines. Por eso reviste especial atención poner la lupa en los perfiles de quienes han comenzado a posicionarse como las alternativas a dirigir la institución veracruzana. Para las fuerzas políticas del estado, encabezadas por el gobernador Cuitláhuac García, emanado del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), la tentación de incidir en el proceso va en aumento y seguramente en los días por venir veremos cómo se aglutinan en torno a un nombre que, contrario a lo que debiera, no cubre con el perfil académico y profesional que requiere un cargo de suma importancia.

Ni cercano a la academia. Lo anterior viene a cuento porque el pasado 28 de enero, bajo una dudosa y estridente presentación en medios locales, José Roberto Ruiz Saldaña, actual consejero del Instituto Nacional Electoral (INE), personaje que ha atacado duramente la autonomía del propio órgano, aspira a convertirse en rector de la UV, con la venia y el respaldo de todo el aparato gubernamental. Menudo embrollo tiene que resolver la Junta de Gobierno de la institución. Si lo dejan participar en la contienda, seguro los dados estarán más que cargados, y eso, sin duda, podría en entredicho la autonomía de la institución. No es para menos la preocupación de muchos integrantes de la comunidad universitaria. Saben que, desde su posición en el INE, ha representado, sin cortapisas, los intereses del gobierno federal, y se ha pronunciado por desaparecer la autonomía del Instituto. Si con esa lógica pretende encabezar la UV, ahora entendemos por qué sería un riesgo innecesario y un atentado duro en contra de la autonomía universitaria.

Alzar la voz a tiempo.  Aunque Ruiz Saldaña es egresado de la UV, no cuenta con la experiencia y los conocimientos necesarios para hacerse cargo de la rectoría. Un perfil a modo para una institución que, lo que menos requiere en estos momentos, es un rector o rectora que se pliegue a los designios y decisiones emanados desde el Gobierno federal. Urge una voz que cuestione, que critique las políticas de educación superior que se han implementado estos dos años. Un escenario que no veríamos con Ruiz Saldaña. Ni hablar de su nula formación como docente o investigador. Su trayectoria está dada en el terreno político y arropado por quienes hoy lo conminan, convencen y aplauden para que participe en la carrera sucesoria. De concretarse la candidatura, el retroceso en la UV será lamentable. Imponer a alguien ajeno a la educación superior afecta a las universidades públicas del país, es reducirlas y sobajarlas a ser mero espacios de poder donde pueden colocarse personajes políticos con la mira puesta muy lejos de las necesidades actuales e inmediatas de la educación superior del país.

Llamado a tiempo.  Del desenlace que tengan las aspiraciones de Ruiz Saldaña, dependerá el futuro de la UV. No puede darse el lujo de apostarle a un personaje que no cuenta con las credenciales que demanda un cargo tan delicado. El último reducto es la Junta de Gobierno. Ahí debe privar la lógica, el entendimiento y el sentido común para no dejar en la anécdota este intento por hacerse de la institución veracruzana. La UV debe alinearse y aglutinar expresiones académicas que la enriquezcan, que sean parte de sus aulas, de sus logros académicos. En la Junta hay personajes respetables y que saben de este complejo asunto. No deben, por ello, abrirle el camino y dejarle vía libre a un personaje que ha mostrado un desprecio notable por la autonomía. La UV demanda un proyecto sólido que retome ese camino que, en lo cultural, lo científico y lo académico le dio un sitio muy especial entre las instituciones de educación superior del país. Aún es tiempo de recomponer y las voces universitarias tienen que alzarse, muy fuerte, contra este despropósito.

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