La reintroducción de plantas, el regreso y reproducción de animales, entre los logros
Bajo el puente vehicular del periférico sur-oriente –inaugurado en septiembre de 2021– está el Humedal de Cuemanco, un ecosistema de 13 mil 646 metros cúbicos en cuya rehabilitación participan integrantes del profesorado y el alumnado de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) que han logrado, entre otros avances, la reintroducción de plantas nativas, así como el regreso y reproducción de especies animales representativas de la región de Xochimilco.
Durante un recorrido por el sitio, el maestro Alejandro Federico Alva Martínez explicó que esa demarcación está en la parte más baja de la Cuenca, por lo que hay una constante entrada de agua subterránea, pero hubo cambios por la ampliación del periférico y la construcción de la Pista de Remo y Canotaje Virgilio Uribe, en 1967; el Parque Ecológico de Xochimilco (PEX); el Deportivo Ecológico de Cuemanco (DEC); las Ciénegas grande y chica y, sobre todo, el cajón que encofra el río San Buenaventura desde 1991, lo que ha provocado un efecto de empresamiento del recurso hídrico en el sitio.
“Nosotros empezamos a venir desde 1988, antes y después de edificado el PEX –que está dentro del espacio declarado en 1987 Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura”– cuyo aislamiento –ocasionado por el periférico, la falta de mantenimiento y las inundaciones derivadas del empresamiento– configuró un punto propicio para extender los objetivos del PEX y del DEC en el cuidado de humedales, por lo que se introdujo vegetación acuática: tules y tulillos; el PEX se hizo cargo, por un tiempo, pero se dejó de dar mantenimiento a la zona y se dio la expansión y el dominio del Tule.
Las acciones para erigir el puente vehicular desencadenaron movilizaciones sociales de oposición y la obra tuvo un fuerte impacto en la vegetación, aunque no afectaron de la misma manera el suelo ni la dinámica del flujo geohidrológico. Para mitigar este daño en forma multidisciplinaria, el equipo trazó opciones de convivencia entre el hábitat y la infraestructura, “mediante la recreación de lo que ofrece Xochimilco: apantles, canales, lagos y botánica acuática reintroducida”, con lo que se transformó usando elementos locales.
Al retirar las áreas del tezontle “se liberó el suelo y con esto permitimos la actividad de éste, junto con las plantas y el agua, por lo que ya tenemos flora típica, es decir, especies que contribuyen al surgimiento de nuevos humedales”, que son ecosistemas dinámicos al interactuar agua y suelo, por lo que el proceso energético entre ellos es sustancial; son captadores de dióxido de carbono (CO2) y, por lo tanto, contribuyen a atrapar algunos contaminantes ambientales; regulan la temperatura; incrementan la biodiversidad de los entornos; filtran el agua, y ayudan a la permeabilidad de la superficie, entre otras funciones benéficas.
Con la experiencia adquirida, el lodo que sacaban era puesto en las trajineras y transportado a otra parte para expandir áreas de Chinampa; este modelo fue retomado y, el material extraído de los pilotes del puente –el cual es rico en carbono y potencia el crecimiento de las plantas acuáticas– fue enviado “al Parque Cuitláhuac, ubicado en Iztapalapa y que antes era relleno sanitario y canchas de futbol donde ahora hay humedales”.
En el sitio debajo de la estructura se dejaron zonas con tezontle para el mantenimiento, en virtud de que los humedales del bajo puente tienen una alta producción de la lentejilla o Lemna, que se extrae y coloca encima de aquél, lo que sirve, gracias a “los organismos, a crear y hacer una nueva capa de suelo”.
En otros puntos se retiró todo el tezontle y se profundizó casi dos metros para restaurar los cuerpos de agua que hubo, lo que posibilitó el arribo de patos, gallaretas y otros animales, que algunos auguraban que no sobrevivirían; no obstante “apostamos a que sí y, con el corazón Xochimilca, decidimos hacer algo parecido a un sistema lacustre en el que empleamos tecnología chinampera para su rehabilitación”.
El flujo hídrico corre y la vegetación crece, aun con la limitante de la sombra del puente, ya que “hemos notado que las especies encuentran su alimento, se reproducen y se sigue generando la vida”.
El académico de la Casa abierta al tiempo expuso que necesitarán unos tres años para comenzar a evaluar el proyecto y poder afirmar si parte del espacio “se restauró o no”. En paralelo, el grupo plantea la estrategia de recobrar el agua que escurre por el puente cuando llueve y tratarla por medio de humedales.
La recarga de Xochimilco se realizaba vía las montañas, pero esto ya no ocurre, por lo que “esta montaña artificial” capta el agua de lluvia y sirve para que el líquido sea almacenado, tratado e incorporado al sistema, lo cual garantiza la preservación del lugar.
El biólogo Marco Antonio Rebolledo Millán –egresado de la Unidad Xochimilco que colabora desde hace seis años con el doctor Alva Martínez en el rescate y restauración de cuerpos de agua– explicó que a partir de convenios se procuró llevar especies nativas de Xochimilco que viven en la zona chinampera: Azolla, Berula erecta, Ceratophyllum, Eleocharis, Hydrocotyle, Juncus, Polygonum, P. amphibium, Typha y Schoenoplectus, entre otras, además de proteger las que están en peligro o bajo amenaza de extinción, ya que el aislamiento favorece su desarrollo.
Para llevar a cabo estas colectas, “nos apoyamos en las limpiezas que se realizan en los canales turísticos, lo que implicó un trabajo importante de selección cuidadosa, ya que evitamos aquellas como el lirio que son invasoras, pues preferimos las que forman islas o comunidades, es decir, todo un ecosistema”; en esta tarea brindaron asistencia el Mercado de Plantas y Flores de Cuemanco; el Parque Ecológico de Xochimilco; la Pista Olímpica de Remo y Canotaje Virgilio Uribe, y el Centro de Investigaciones Biológicas y Acuícolas de la Unidad Xochimilco.
Como la vegetación prácticamente existe ahí, “lo que hicimos fue integrarla al bajo-puente para su propagación y, en un año y meses de labores de recuperación hemos tenido avances significativos”: muchas aves que viven o son de la región vienen a reproducirse, sobre todo el pato mexicano, que ya es común ver por aquí; también las gallaretas, mientras que en las noches se escuchan ranas, sapos y se han visto tlacuaches.
Estos animales cuentan ahora con un hábitat donde se alimentan de Lemna, la Bérula y otras plantas, lo que “propicia un ambiente en el que estas variedades se encuentran en paz y comienzan a reproducirse”.
El doctor Alva Martínez señaló que este trabajo se lleva a cabo junto con personal de las secretarías de Medio Ambiente y de Obras de la Ciudad de México; la Dirección de Áreas Naturales Protegidas; el Instituto Politécnico Nacional, y empresas privadas, entre otras instancias.
