La inteligencia artificial (IA) está presente en la vida escolar y académica de las instituciones educativas, quien lo niegue esta desinformado o adolece de resistencias al cambio. Su presencia en todos los ámbitos de las instituciones educativas, sobre todo las de Educación Superior es un hecho. Uno de esos ámbitos es el diseño curricular, el diseño de programas que permiten conformar planes de estudios de alguna disciplina específica.
Su presencia ya no es incipiente en el diseño curricular. Una secuencia bien estructurada de prompts puede generar una propuesta curricular en minutos, incluso, incorporando los pormenores técnicos como son los créditos, las horas bajo conducción académica, entre otras especificaciones. A su vez, es sencillo detectar las incorporaciones textuales en propuestas curriculares con /i>Turnitin o cualquier otra herramienta que identifique el plagio o el denominado copy-paste, esa función utilizada ampliamente para duplicar textos o imágenes.
En general, el diseño curricular vigente aún siguen la ruta de los modelos que nacieron en el Siglo XX, representados primordialmente por los paradigmas conductistas, los progresistas también denominados constructivistas y los paradigmas curriculares derivados del enfoque sociocrítico de la Escuela de Frankfurt, encabezada fundamentalmente por Max Hokenaimer, Theodor Adorno, Jürgen Habermas y representada emblemáticamente por Paulo Freire en Latinoamérica, autor de la denominada pedagogía de la liberación.
El punto crítico es ¿Hasta dónde puede ser permitida y contenida la intromisión de la IA en el diseño curricular?, como herramienta puede dotarnos de rutas de indagación, profundización y análisis de contenidos, pero aún no puede sustituir por completo el quehacer del diseño curricular humano. Imperfecto pero efectivo cuando se hace por conocedores del contexto (territorio) y de las técnicas del diseño.
Actualmente, observamos que las pautas y diversos criterios de ética sobre el uso de la IA aun solo son declaraciones de buenas intenciones que no tienen la capacidad de determinar límites y responsabilidad del uso de la IA, ni los habrá, la IA llega a transformar la manera de hacer investigación, en este caso, sobre diseño curricular.
Por el momento, es perceptible para el experto de alguna disciplina detectar la IA, el tono esquematizado implícito en el copy-paste o la experiencia y conocimiento de autores de diseño curricular; la ruptura de armonía sintáctica entre el autor y el texto generado por el algoritmo; el diseño multiforme humano que reflejan la expertis de contenidos o la construcción colectiva. Así como los referentes de los procesos vivos de aprendizaje en el aula son, por el momento, esenciales e insustituibles por esta poderosa herramienta.
El aula, es un territorio pedagógico situado que en cada lugar tiene su propia expresión de espacio vivido, construido y disputado, la generalización del uso de la IA para el diseño curricular, aún carece de la capacidad para captar la esencia de los sistemas de creencias sociales, específicos de un territorio, eso no exime que la IA, en algún momento, pueda lograrlo con cabalidad, donde el experto del tema, tenga que asumir su presencia y determinar los criterios y limites de su uso en el diseño curricular.
Actualmente, por ejemplo, en las Escuelas Normales del país se vive un Plan de Estudios diseñado hace tres años (2022), diseñados por los propios docentes normalistas y la participación de expertos en diseño curricular, estos planes de estudios cuentan con un tronco básico de formación docente y por otra parte ofrecen la flexibilidad de incorporar los saberes y requerimientos de contenido acordes a las necesidades del territorio específico y en sus posgrados se desarrollan modelos experimentales e innovadores de diseño interinstitucional, propuestas de posgrado regionales, co-docencia que abordan contenidos para nuevas ramas de conocimiento.
Es ahí donde la IA es una herramienta muy útil, tanto para acelerar el aprendizaje de contenidos desconocidos como para profundizar en los mismos, sin omitir los riesgos de la inmediatez, que puede aparecer como un componente que comprometa la calidad o incorpore información insuficientemente verificada.
La conversación realmente aun es incipiente, los expertos que hablan de IA se han concentrado en un trabajo de divulgación y comprensión de la IA y sus posibles efectos en todos los ámbitos del saber humano, pero falta mucho por analizar y debatir, todas las voces que ya coexisten con la IA deben de ser escuchadas para configurar una cultura propia del uso de la IA e incorporarla a la gramática institucional –en los términos de Elinor Ostrom–, en este caso, en la formación profesional y disciplinar que ofrece cada Institución de Educación Superior de tal manera que se profundice en el diseño curricular para ese nivel educativo sin convertir a la IA en un autor invisibilizado conscientemente por los diseñadores.