La inteligencia artificial se mete a las aulas: charla en el Iteso

La irrupción de herramientas como ChatGPT ha abierto una discusión acerca de cómo debería manejarse el uso de la inteligencia artificial en el proceso educativo. A fin de reflexionar sobre el tema, estudiantes y docentes se reunieron para intercambiar puntos de vista.

Hay un consenso sobre la importancia de no prohibir que el estudiantado use la herramienta, pero los docentes deben capacitarse sobre cómo valorar estos trabajos, explicaron especialistas.

Este texto no lo escribió una inteligencia artificial… pero podría. Desde hace unos meses, la irrupción de esta herramienta ha causado furor en las redes sociales, a partir de la creación de imágenes que se generan y se comparten al por mayor. Pero, al mismo tiempo, también han surgido otras discusiones que pasan por la propiedad intelectual y, en el caso de las instituciones de educación superior, sobre las implicaciones de que el estudiantado comience a usar herramientas como ChatGPT para hacer, por ejemplo, un ensayo. Estos y otros escenarios fueron puestos sobre la mesa durante la charla “La inteligencia artificial y su papel en la educación superior”, que tuvo lugar en el Auditorio D2 del Iteso.

Aunque han surgido diferentes herramientas, la que más se ha popularizado es ChatGPT, una inteligencia artificial (IA) conversacional programada para generar textos dando respuestas detalladas con un tono que puede personalizarse para emular el estilo de respuesta del usuario. Lo que de entrada puede sonar a un divertimento ha dado pie a una polémica parecida, por ejemplo, a los tiempos de la irrupción de Wikipedia.

Luis Silva, académico del Departamento de Psicología, Educación y Salud (DPES) del Iteso, compartió que se ha realizado un sondeo a 40 profesores. Los resultados arrojan que hay un consenso sobre la importancia de no prohibir que el estudiantado use la herramienta, pero sí hay preocupación por la capacitación que deben recibir los docentes, por los métodos para evaluar los trabajos realizados con IA, así como por los impactos que su uso pueda tener en la creatividad. “Además, puede contribuir a aumentar la brecha y la desigualdad tecnológica”, dijo el académico.

En una breve primera intervención, Juan Carlos Silas, también académico del DPES, explicó que muchas de las preocupaciones están enfocadas en el tema del plagio; sin embargo, dijo sin abundar, las indagaciones deberían ir más a fondo. Por esa línea desarrolló su idea Luis Medina, coordinador del Doctorado Interinstitucional en Educación de la Universidad Iberoamericana (Ibero) Ciudad de México, quien señaló que mucha de la discusión en torno al uso de la IA está centrada en el tema metodológico —¿cómo saber si un trabajo se copia?—, cuando en realidad la discusión debería estar centrada “en lo ontológico y lo teleológico de la educación; en reflexionar qué hacemos aquí, qué vale la pena enseñar y qué vale la pena aprender”.

Laurent Ávila, académico del Instituto Tecnológico de Sonora (Itson), quien estuvo presente en la charla vía remota, señaló que en aquella institución la irrupción de la IA ha evidenciado la brecha generacional entre el profesorado, siendo los mayores quienes tienen más preocupación por el uso de la herramienta. El también fundador del Laboratorio de Comportamiento Social e Inteligencia Artificial (LCSIA) explicó que realizaron un ejercicio en el que se revisaron 44 ensayos para que quienes los leyeran, estudiantes y profesores, determinaran si había sido escrito por una persona o por la IA. En la mayoría de los casos, ninguno de los dos grupos pudo determinar con certeza quién escribió qué. Cuando sí lograron saberlo, fueron los profesores, quienes señalaron que la profundidad y la veracidad del contenido había permitido saber que el ensayo había sido escrito por una IA.

En su segunda intervención, Silas, quien también se desempeña como coordinador del Doctorado Interinstitucional en Educación del Iteso, dijo que la irrupción de herramientas como ChatGPT llega a cuestionar los criterios con los que se han venido evaluando y ponderando los textos académicos, y añadió que, si la preocupación es el plagio, éste se da en todas partes con o sin uso de IA.

Los cuatro participantes coincidieron en señalar que en todo caso lo que hay que replantear es la manera en que se va a orientar a las y los estudiantes para que usen la herramienta para aprender, no sólo para producir trabajos. Por ejemplo, una idea que se puso sobre la mesa proponía centrarse, más que en el producto final, en el proceso que había seguido la o el alumno para llegar a ese producto, qué preguntas había hecho a la IA. Y es que, también dijeron, hay muchas ventajas, como la optimización del tiempo, el manejo de grandes bases de datos, etcétera. En todo caso, dijo Silas, había que centrarse no en lo que puede hacer la IA, sino en qué no puede hacer para, desde ahí, comenzar a construir la experiencia educativa.

Al final, también hubo coincidencia en afirmar que, en lugar de prohibir, es necesario usar la herramienta y ensayar qué funciona y qué no, e invitaron a la audiencia a seguir dialogando, debatiendo e intercambiando experiencias.

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