Donald Trump ha fijado su mirada en la educación superior —y no para bien—. En su primera semana de vuelta a la Casa Blanca, el magnate republicano ha dejado en claro las prioridades para su segundo periodo como presidente de Estados Unidos, que incluyen medidas de gran envergadura para las universidades. Entre las políticas anunciadas están acabar con las políticas de equidad; abolir el Departamento de Educación; cortar fondos para la investigación científica; deportar estudiantes internacionales que participen en protestas pro-Palestina; “despedir” a los acreditadores; prohibir la participación de atletas transexuales en deportes femeniles; “proteger” los discursos conservadores en los campus, y crear una universidad nacional en línea, financiada a través de impuestos a universidades privadas.
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