Como se expresó aquí la semana pasada, el Programa Sectorial de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación (PS) vuelve a la notoriedad tres meses después de ser publicado, a raíz de lo anunciado en materia de supercómputo en dos de las “mañaneras” de noviembre pasado. Se inscribe en la promesa de campaña de la doctora Sheinbaum, luego convertida en política pública en el discurso de los Cien Compromisos del 1 de diciembre y, principalmente, en el objetivo del Plan Nacional de Desarrollo: “convertir a México en una potencia científica y tecnológica…”.
Aquel es un objetivo ambicioso y de gran calado, particularmente si se le relaciona con uno de los dos grandes proyectos unidos al supercómputo: el del Claustro Nacional. Se trata, este último, de que las instituciones de educación superior, los Centros Públicos de Investigación y, en general, las comunidades de ciencia y tecnología aprovechen esa infraestructura (presupuestada en seis mil millones de pesos) para un avance cualitativo en sus programas y proyectos. Todo esto forma parte del papel que le corresponde a la Secretaría de Ciencias, Humanidades, Tecnología e Innovación (la Secretaría), según la reforma a la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal (Art. 38 bis).
Esa nueva estructura, la Secretaría, y un nuevo liderazgo, su titular, son aspectos positivos que apuntan correctamente dentro del PS. A esto se aúna que, al igual que aquella entidad, el PS fue presentado en los tiempos y con las características marcadas por la Ley de Planeación.
Sin embargo, y sólo para recordar, un diagnóstico tiene como propósito esencial en materia de planeación: “entender la situación actual (problemas, fortalezas, debilidades y contextos) de una organización”, con la finalidad de identificar los cursos de acción para el logro de una mayor eficacia y eficiencia en dicha organización. El diagnóstico del PS incide en ciertas omisiones o presenta algunos datos de poca relevancia para tal propósito. Aquí se presentan algunos de ellos.
• La ley vigente en esta área (Ley General en Materia de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación, de mayo de 2023) constituye un legado del sexenio anterior y significa un retroceso mayúsculo en algunos aspectos: a) gobernanza: desaparece el antiguo Consejo, integrado por autoridades federales, estatales, representaciones significativas de IES (Anuies), organizaciones de ciencia y tecnología (Academia Mexicana de Ciencias, Foro Científico y Tecnológico y otras). Todas estas fueron reemplazadas por una Junta Directiva integrada por 14 secretarios del gobierno federal y el (la) titular de la Secretaría; b) derivado de lo anterior, y dado que se trata de una ley general (que comprende a los tres órdenes de gobierno), es un contrasentido que entidades federativas y municipios no tengan representación alguna; c) tal y como se prescribe en los artículos 28 y 31 de la Ley de Planeación, desaparece la obligación del Estado Mexicano (inscrita desde la Ley del 2002) de financiar en un 1 por ciento del PIB al sector de ciencia y tecnología. Lo que se establece en la ley vigente es una obligación según la cual el Presupuesto de Egresos Federal (PEF) debe asignar una cantidad “mayor a la del año anterior”. Como aquí se dijo en su momento: la frase suena bien, pero todo eso a precios corrientes e independientemente de la inflación anual; d) se ha dado una reducción notable en algunos de los programas que ha heredado la nueva Secretaría. Tal es el caso del correspondiente a nuevas becas al extranjero: se otorgaron 705 en 2024 y ¡38 en 2025! La cantidad para 2018 fue de mil 500.
• La parte del PS denominada visión a largo plazo es sumamente breve. Se conserva el talante ambicioso (“México construyó un ecosistema de CHTI robusto, articulado y justo que coloca al conocimiento como eje transversal de desarrollo, contribuye a la soberanía tecnológica, y asegura que los beneficios de la ciencia y la innovación lleguen a todas las personas en todo el territorio nacional”). Dicho talante abre el enorme desafío para que en cada informe anual, hasta 2030, se muestren los avances respectivos. Tal sería el caso, entre otros, de: a) “nuestro país cuenta . . . con una constelación de satélites de observación de órbitas terrestres cuyos componentes son de alto contenido nacional …”; b)…“Se diseñó, se produjo y se comercializó Olinia, un auto eléctrico compacto con alto contenido nacional, con precio accesible y competitivo a alternativas de micromovilidad”.
• Con todo lo anterior, no obstante, el desafío mayor estará en los dineros públicos para el PS (como sucede también con los sectores de educación y cultura). Entre las situaciones difíciles que pueden identificarse están las siguientes: con realismo, el PS afirma: a) México “es la nación que menos invierte, entre los países de la OCDE, con apenas el 0.26 por ciento del PIB; esa proporción contrasta con el promedio de aquella organización (2.7 por ciento) de la cual México forma parte. El PIB que llegó a ser de 0.49 por ciento en 2010 ya había descendido a 0.33 en 2022; b) el periodo 2018-2024 fue un sexenio perdido en ciencia y tecnología por el escaso financiamiento: así, la asignación al Conacyt fue de 21.5 mil millones en 2018 (en números redondos), reduciéndose a 19.5 en 2019, a precios corrientes. El presupuesto a la Secretaría en 2025 fue de 33.3 mil millones y la asignación inicial del proyecto del PEF lo bajó a 32.8. Las compensaciones posteriores hicieron ver que, por lo menos, a precios corrientes, se superó aquella cantidad para el próximo año; c) la Secretaría tiene nuevas responsabilidades que no existieron en el Conacyt (entre otras, las universidades Rosario Castellanos y la Universidad de la Salud) y que se deben solventar con los magros recursos del PEF.
Conclusión: Un Programa Sectorial que, en términos generales, está bien diseñado, resulta vulnerable en su conjunto por dos razones principales: su insuficiente financiamiento y una legislación que borró avances que se habían venido dando desde casi medio siglo atrás. Quedan aún cinco años para corregir o enmendar el camino: ¿Se podrá, se querrá hacerlo?

Carlos Pallán
Ex rector de la Universidad Autónoma Metropolitana (Unidad Azcapotzalco), Ex secretario General Ejecutivo de la Anuies.
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