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El sueño de Álvaro

Álvaro Gálvez y Fuentes, creador de la telesecundaria en México, es un personaje poco explorado de la historia de la educación nacional

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El Bachiller también colaboró a la profesionalización de los trabajadores de los medios masivos de comunicación

Uno de los grandes maestros que ha tenido México fue, al mismo tiempo, un gran comunicador. No hablamos de Pablo Latapí Sarre, sino de un personaje menos conocido, aunque su legado —forjado a finales de los años sesenta— sigue resonando hoy, especialmente tras la experiencia de la educación a distancia durante la pandemia de COVID-19. Se trata de Álvaro Gálvez y Fuentes, el creador de la telesecundaria en México.

En los medios de comunicación, especialmente en la radio, se le conoció como  El Bachiller, seudónimo que anticipaba la influencia que tendría su voz en el ámbito educativo. El mote le fue otorgado por Emilio Azcárraga Vidaurreta, nada menos, cuando Gálvez y Fuentes iniciaba su carrera radiofónica siendo aún estudiante de bachillerato.

Gálvez y Fuentes no sólo fue creador de las Telesecundarias en nuestro país, sino que fue director fundador del Instituto Latinoamericano de Comunicación Educativa (ILCE), así como de la carrera de Ciencias y Técnicas de la Información en la Universidad Iberoamericana (UIA), de esta forma, también contribuyó con la profesionalización de los trabajadores de los medios masivos de comunicación.

Es importante subrayar que, en Latinoamérica, el sistema de telesecundarias fue pionero en la región; aún hoy día, en nuestro país esta modalidad, le da cobertura a casi una cuarta parte de los estudiantes (el 21 por ciento) de este nivel académico.

Como decíamos al principio, el legado de Álvaro Gálvez y Fuentes llegó hasta nosotros con la pasada emergencia sanitaria. De acuerdo con el New York Times (17/08/20), en el ámbito educativo, la tecnología que mantuvo activo el aprendizaje de las y los niños latinoamericanos dio un “salto atrás” y en lugar de usar tecnologías digitales de vanguardia, fue la televisión abierta la que sacó avante la hazaña educativa.

Lo anterior, sin duda refleja la brecha digital de la parte de nuestro continente donde el español impera, pero también refleja el legado de una persona que tuvo uno o varios sueños en un mismo sentido:

“Yo tuve un sueño, de que ese niño solitario y triste de las campiñas de México, que contempla el horizonte lejano, que se le niega toda esperanza de superación, pudiera tener acceso a la enseñanza media”.

Con “enseñanza media”, Gálvez y Fuentes se refería en aquel momento a la educación secundaria. La manera en que el Estado, a través de la Secretaría de Educación Pública, logró hacer realidad ese sueño fue mediante la creación del sistema de telesecundarias.

Vasconcelos tuvo la misma visión: por ello creó Radio Educación, casa radiofónica donde también colaboró nuestro personaje de hoy; quien en su espectro onírico, delineó un propósito y un esfuerzo a favor de lo humano:
“Yo también tuve un sueño, que el indio prietito de mi patria, en donde hay tantos Juárez inéditos, tuviera la posibilidad de rebasar sus horizontes y proyectarse en otros ámbitos de la cultura, [con] la enseñanza transmitida a través de la televisión por la sabiduría de los telemaestros y con el apoyo de los maestros coordinadores”. 

Gálvez parece motivado por el tesón juarista y es que, la presidencia de Benito Juárez, hubiese sido imposible sin su formación académica, empezando por el aprendizaje del  castellano, la  educación elemental y después el Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca, desde donde Juárez, siendo gobernador aseguró:  “La instrucción pública es el fundamento de la felicidad social, el principio en que descansan la libertad y el engrandecimiento de los pueblos”. 

Es importante subrayar como los grandes hombres y mujeres, los grandes maestros y maestras, aunque sus vidas sean disímbolas y sus métodos diferentes; siempre tienen un enemigo común: la oscuridad de la ignorancia.

Gálvez y Fuentes consideraba: “Si México desea mejorar sólidamente su perspectiva de engrandecimiento, debe poner el mayor interés en este problema  (la eficiencia terminal)  y abrir nuevas oportunidades para que un número creciente de alumnos alcance una educación secundaria que es fundamental para un mejor aprovechamiento de los recursos personales y del medio ambiente”. 

Al ser párvulo, sentado en un pupitre de una escuela pública en un salón de entre 30 -40 alumnos, la maestra con ánimos de destruir un sueño triste, una realidad que lacera; apartaba cinco minutos el temario y con voz sentida nos decía, miren chicos:

“De todas y todos los que están sentados aquí, quizá poco más de la mitad vaya a la secundaria, de esa mitad, seis o siete, diez, si ustedes quieren -¡tienen que echarle ganas!- va a pasar a la preparatoria, de esos diez que entren a la prepa, la mitad va a terminar; dos, tres ¡cinco! -chicos, échenle ganas!-   van a acceder a la universidad; y ¡de esos cinco, uno o dos!, va a concluir su educación profesional.

Gálvez y Fuentes lo dice de la siguiente forma: “Las cifras hasta hoy son aterradoras. Según informes fidedignos tomados de una publicación del Consejo Nacional Técnico de la Educación, de cada mil niños que se inscriben en Primaria, sólo uno llega al último grado de profesional”.

Gálvez tiene sus datos, yo tengo el discurso de mi maestra Gloria. Eso sí, al Bachiller, le habría dado muchísimo gusto saber que en 2012, la Educación Media Superior, el bachillerato se hizo obligatorio en nuestro país, pero más gusto le hubiese dado, saber que la escolaridad de México alcanzó lo que en sus tiempos llamaba la educación media.

¿Cuál sería su asombro al ver las secundarias, hechas prepa? ¿Las becas, la orientación del actual modelo educativo? En la narrativa de sus programas radiofónicos como en un podcast actual; bien podría haber dicho:
  El sistema educativo está trabajando para una prosperidad que no crea, pero que está ahí, en distintos sectores que impulsan las empresas ¿Cuál es su opinión, sobre este nuevo humanismo, sobre este nuevo rumbo? ¿No le gusta, sí le gusta? Vamos a deliberar. Aquí lo conversamos. Un abrazo.

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Héctor Martínez Rojas
PERIODISTA | Web |  + posts

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