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Lo importante es la pregunta y el experimento es la respuesta: Pablo Rudomin en El Colegio Nacional

La institución celebró al neurocientífico mexicano, pionero en la comprensión del sistema nervioso y las conexiones neuronales

“Lo que he hecho en ciencia se lo debo a la educación pública”, señaló Rudomin.

“Todo lo que soy y lo que he sido se lo debo a la generosidad de este país, que acogió a mis padres hace cien años, cuando dejaron el mundo remoto de Ucrania y Lituania en busca de una vida más digna. Lo que he hecho en ciencia se lo debo a la educación pública, a las instituciones nacionales y a la generosidad de muchos colegas y maestros que me ayudaron en este camino”, estás fueron las palabras del colegiado Pablo Rudomin, en la sesión con la que El Colegio Nacional celebró sus nueve décadas de vida.

El neurocientífico mexicano, pionero en la comprensión del sistema nervioso y en las conexiones neuronales relacionadas con el dolor, compartió con los asistentes que tratar de entender a la naturaleza es parte de la esencia humana. “La verdad, es que me siento, parafraseando a Newton, como un niño que juega en la playa juntando conchas y construye castillos de arena mientras contempla la inmensidad del mar, pensando en lo que hay más allá. Creo que lo bello, más que la meta, está en el camino recorrido. No como caminante solitario, sino acompañado de otros soñadores y buscadores”.

La celebración titulada Pablo Rudomin: 90 años, coordinada por el colegiado Alejandro Frank, contó con la participación de José Sarukhán, Christopher Domínguez Michael y Juan Villoro, miembros de esta institución, así como de colegas, amigos y colaboradores del homenajeado, entre ellos, Silvio Glusman, Mateo Valero, Ulises Cortés, Lorne Mendell, Elzbieta Jankowska, Jorge Quevedo, Elías Manjarrez, Ismael Jiménez Estrada, José Pablo René Asomoza Palacio, Guillermo Fernández de la Garza, Juan Eibenschutz, Ricardo Ríos, Diódoro Guerra y Jorge Aceves.

“Estimados colegas y amigos, estoy aquí, celebrando con ustedes mis primeros 90 años, esperando, claro, continuar activo por algún tiempo más, mientras mi salud me lo permita y pueda seguir entendiendo lo que sucede en ese maravilloso mundo de las neurociencias. Desde la perspectiva que da la edad, me considero realmente afortunado, he podido continuar con mis actividades en el Cinvestav por más de 60 años y en El Colegio Nacional por 31. Esto es algo maravilloso que difícilmente podría haber ocurrido en otro país”, enfatizó el Premio Nacional de Ciencias y Artes 1979.

Agregó que su vida no sólo fue el laboratorio, también participó en la política científica, como vocal ejecutivo del programa de Ciencias Básicas en Conacyt, como presidente de la Academia Mexicana de Ciencias y, posteriormente, como Coordinador del Consejo Consultivo de Ciencias, lo que le permitió conocer el entorno social en el que se desarrolla la ciencia en México. “Ahora que estamos al final de la presente administración y al inicio de una nueva, espero que haya un cambio de actitud hacia la ciencia, olvidando confrontaciones innecesarias, otorgando mayor apoyo a la investigación científica, tanto básica como aplicada, y a la educación superior en sus múltiples facetas”.

“Ahora se puede escudriñar los rincones más lejanos del universo, la estructura molecular de nuestras células y neuronas, y nuestro código genético, lo que nos brinda la oportunidad de lidiar y corregir una serie inmensa de procesos biológicos y de enfermedades. Esto, aunado con el incremento de la capacidad de examinar y analizar una gran cantidad de datos utilizando la llamada “inteligencia artificial”, lo que brinda la oportunidad de responder a una infinidad de problemas que amenaza nuestra existencia como el cambio climático, la contaminación ambiental, las pandemias, la pobreza extrema y la violencia”.

“Lo más triste que nos puede suceder, es que nos quedemos como espectadores pasivos mirando lo que pasa en otros lados y quejándonos del pasado”, señaló el también premio Princesa de Asturias 1987.
Alejandro Frank, miembro de El Colegio Nacional, aseguró que Pablo Rudomin es uno de los neurofisiólogos de mayor prestigio en la comunidad internacional. Se especializó en el análisis de los mecanismos de control central de la información transmitida por las fibras sensoriales en la médula espinal. Es reconocido por su trabajo pionero en la comprensión del sistema nervioso, particularmente conexiones neuronales y su conexión en el ámbito del dolor.

“Además de su destacada labor científica, es un mentor e inspirador para generaciones de investigadores, que el desarrollo de la neurociencia en América Latina y en todo el mundo”.  Subrayó que la aceptación de la evaluación científica es la única base posible de una vida humana auténtica y ética y “Pablo Rudomin es un excepcional hombre de ciencia, es un ejemplo extraordinario de esta manera de ver el mundo”.

Por su parte, el colegiado José Sarukhán, recordó que le tocó proponerlo para ingresar a El Colegio Nacional en 1993 y fue una propuesta que se logró a la primera. “No puedo, sino desear a Pablo, y a Flora, su esposa, muchos buenos años más de vida y de goce de su familia, y que Pablo siga contribuyendo a la formación de gente en este país, que es el atributo más grande de cualquier académico que trabaja en una institución de educación. Felicidades, Pablo”.

En su participación, Silvio Glusman, de Cook Country Hospital de Chicago y estudiante de doctorado del neurocientífico en 1970, compartió que Rudomin le recordaba a aquellos personajes de la ciencia cuya biografía leían los adolescentes y a los que se deseaba imitar en la etapa adulta. “Para Pablo, la ciencia es un proceso de imaginación creativa, es una forma de expresión, tal como el arte lo es para el artista. No es casual que su compañera de toda su vida, sea Flora Golber una prominente artista plástica, quien desde el arte comparte la misma e inagotable creatividad de Pablo. Para Flora y Pablo, el arte y la ciencia son primos hermanos”.

Juan Villoro, miembro de esta dependencia, compartió a la distancia que Pablo Rudomin se ha dedicado a explorar la parte más maravillosa del organismo, la mente y concretamente las neuronas. Como científico experimental, ha demostrado con calidad excepcional la forma en la que se producen las  ideas.  “La palabra sabiduría no es gratuita en su caso, se trata de un sabio, es decir, alguien que predica con el ejemplo, que nos recuerda que el verdadero conocimiento se reviste de sencillez, de capacidad de comunicación”.


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