Los macehuales y Tata Vasco

Más allá de su figura en el imaginario colectivo como un “padrecito buena onda con los indígenas”, Vázquez de Quiroga fue un ilustre educador

Vázquez de Quiroga era un Oidor de la Real Audiencia de la Nueva España, representante del poder real en la Colonia.

Hace un par de días, o sea el 14 de marzo, pero de 1565, falleció, en Michoacán, Vasco Vázquez de Quiroga, mejor conocido o recordado como “Tata Vasco”. Su obra perdura hasta nuestros días, así como el cariño que se ganó en estas tierras.

Construyó para los macehuales (población popular indígena) dos hospitales, así como un colegio, el de San Nicolás. Antecedente de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, hoy, ubicada en Morelia.

De forma general, es decir; lo que medio entendemos y de oídas: a “Tata Vasco”, el imaginario colectivo lo considera como un “padrecito buena onda con los indígenas” y nada más lejano de la realidad histórica. Quiroga se desempeñó como Oidor de la Real Audiencia de la Nueva España, pero ¿qué era un Oidor?

Hubo muchos oidores en el continente, en otrora, colonias de la Corona española, estos oidores fueron el máximo órgano de justicia del Imperio Español, quienes representaban al Rey en estas tierras. Es decir, el legado de tata Vasco, bien nos recuerda al del buen samaritano, pues, para ayudar, no es suficiente querer hacerlo, hay que saber y poder hacerlo; es decir, tener algo de “poder personal” diría la tradición Tolteca.

Empecemos aquí con los sincretismos. Quiroga fue acucioso al desglosar el derecho positivo y el derecho divino, desde este desglose, usufructo de la razón pura —el Obispo de Michoacán— se lanzó en defensa de los pueblos nativos, pues siguiendo las propias leyes del Imperio Español, nada justificaba la guerra y la esclavitud a la que fueron sometidos los indígenas. Los abusos contra los pueblos originarios —desde la perspectiva de Quiroga— eran la pura inercia del desprecio y la ambición de los peninsulares.

Una y quizá la más importante de las fuentes para la defensa de Vasco hacia la población indígena se fundaba en el “derecho divino”, de forma extensa, el oidor, en su Utopía en América, apunta la falta de razón de los españoles para hacer la guerra a los indígenas: nuestros pueblos no habían ofendido, no se negaban a la evangelización y rendían los tributos correspondientes a la Corona. Nada, pues, justificaba la guerra para esclavizarlos hasta que murieran de forma bárbara en las minas de oro y plata.

“No llegaríamos a ser sus legítimos señores, sino cometeríamos grandes latrocinios y quedaríamos obligados a la restitución, como responsables de una guerra injusta”, aseguraba Quiroga ante los abusos que atestiguaba. Lo cual, es por demás interesante pues, Quiroga estaba defendiendo la Conquista, para defenderla, tenía que abogar por lo justo.

El estar fuera de la ley ante los ojos del Creador, es decir; no respetar la religión que se impuso en estos lares, abría la posibilidad de que todo lo ganado por la Corona española en la Nueva España, se perdiera; como a la postre sucedió y no por una rebelión indígena masiva, sino por la rebelión de los propios hijos de la Corona, quienes, si no habían sido marginados, sí supeditados a los españoles peninsulares.

La Independencia, de forma grosísima, se gestó y consumó pues el Reino español, no supo seguir a Mateo 7: 11, cuando dice: “Si ustedes, que son  malos, saben dar  cosas buenas  a  sus hijos, con mayor razón Dios,  su  Padre que está en el cielo, dará  buenas cosas  a quienes se las pidan”. La Corona española, pues, no supo dar cosas buenas a sus hijos criollos, quienes, a la postre se revelaron e independizaron a las colonias.

Pero volvamos con Vasco de Quiroga y los “macehuales” al bello paisaje de Pátzcuaro en Michoacán. Los macehuales —tenemos que recordar— fueron la base de la población indígena: la plebe, la raza; el pueblo desheredado, los seres quienes después de la Conquista, quedaron acongojados, destruidos y perplejos, a quienes la suerte o la bondad divina, les acerco la mano amiga de Vasco de Quiroga, en un entorno que, literal, los destruía.

Las acciones legales y pedagógicas que emprendió Quiroga hacen que la Historia lo reconozca como un educador eximio. Vasconcelos, por ejemplo, lamenta no haber puesto en oro la memoria de tata Vasco en los muros de la SEP. “En el centro levantamos (en oro) un monumento a Las Casas. De haber sabido yo entonces un poco más de historia patria, dedico el monumento a Pedro de Gante o a Vasco de Quiroga, los educadores eximios”.

“En Michoacán —según reconoce Vasconcelos en sus memorias— Vasco de Quiroga había iniciado la educación técnica de los indios, según métodos que no han sido superados y con resultados que todavía a la fecha se palpan”.

Esta educación técnica a la que alude Vasconcelos no era otra que la enseñanza de distintos oficios artesanos. Sabemos que estos artesanos se dividían en grupos de oficios (carpinteros, herreros, albañiles, ebanistas, etc.) según los barrios, bajo la autoridad de un jefe que lo era también de la división territorial. A todo ello, Quiroga, le llamaba “buena policía”, es decir, la armonía de la polis, del pueblo, con sus autoridades.

En su testamento, Quiroga nos reconoce: “fundé y doté a mi costa y de mis propios salarios, con el favor de Dios Nuestro Señor y de su Majestad del Emperador y Rey don Carlos nuestro señor, dos hospitales de indios que intitulé de Santa Fe, confirmado el título con la obra e intención de ella, uno en la provincia de México y otro en esta de Michoacán”.

En su mismo testamento, Vasco de Quiroga, legó su biblioteca al colegio de San Nicolás, el cual, también había fundado. Sin duda, un ejemplo de vida, quien hizo de la autocrítica al imperio español, la luz de lo justo, pues, al defender a los indígenas defendía los intereses de España. Hizo su trabajo como oidor: buscar y ejercer la justicia, en este caso, favoreciendo a nuestros abuelos, fue pues: refugio y amparo, albor ante el abismo.

Sobre la firma

1 comentario en «Los macehuales y Tata Vasco»

  1. *Don Vasco de Quiroga, Tuvo Esclavos* _”Item declaro y es mi voluntad que todos los esclavos que tengo, hombres y mujeres, sean libres sin adición alguna, porque esta es mi voluntad. Item declaro y es mi voluntad que se le de a Francisco Xirón seiscientos pesos de tipusque, por descargo de mi conciencia por los servicios que él y su padre me han hecho”_
    *Interesante no?!*

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