Formar un México espléndido

La conmemoración del descubrimiento de América se da este año entre la diatriba cultural a propósito de las repercusiones coloniales

Posiblemente nunca el gobierno español reconozca que la Conquista fue una invasión. Posiblemente nunca los gobiernos europeos reconozcan que el encuentro de culturas de 1492 no fue un hallazgo, monopolio de un pequeño continente, sino el entendimiento del globo que completó el conocimiento del mundo.

A la vuelta del tiempo la decisión de cambiar la escultura de Colón por la Mujer de Amjac, es estética política, para combatir las desigualdades e injusticias históricas ¿será suficiente hacerle un monumento a la mujer indígena? Por lo pronto, la estatua que hasta ahora se encuentra en el Museo Nacional de Antropología saldrá a las calles para exhibirse en una de las avenidas más grandes y bellas de Iberoamérica, Paseo de la Reforma rival vencedora de la matritense Castellana.

En la diatriba cultural a propósito de las repercusiones coloniales, vimos hace poco a un Aznar sin bigote, aludiendo con sorna al representante del Ejecutivo nacional, diciendo que el nombre Andrés venía de ascendencia maya, mientras que el Manuel por la parte Azteca. Y es que hasta en ello repercute la Conquista, se le quitó a un pueblo el derecho a un nombre, el caso de México es peculiar, porque conserva su idioma original, su identidad. Lo hemos explicado en números recientes, el poder de la palabra conjuro que es México, y que no viene del español.

La Conquista sepultó junto con los templos el náhuatl, idioma aglutinante, abstracto y prístino que hoy rebosa en la amnesia colectiva. En fin, hasta hace poco ese proceso histórico generaba en el inconsciente social mexicano un rechazo a lo propio, una vergüenza a ser indio y no hablar español, véase El color de nuestra piel, y de forma más reciente todo el humor con respecto a la cromática morena y para mayor referente y oprobio el estudio que CONAPRED realizó con niñas y niños a principios de la década pasada, donde resultó que “el güero es bueno y el moreno es malo”.

Educación, Educación, Educación. El sistema educativo prehispánico sin duda fue de avanzada, contempló programas como la educación dual, hoy día importada desde Alemania, ese tipo de educación era para las elites, sin duda, pero también contaban con educación popular. Durante la Colonia, el trabajo de los misioneros españoles, es rescatado por tirios y troyanos, nadie le regatea méritos a “Tata Vasco”, por ejemplo.

De ahí el entusiasmo por los 100 años de Educación Pública que han logrado despertar el México consciente, a través de un pueblo que sabe pensarse a sí mismo. La semana pasada, el jueves 7 de octubre dieron inicio los actos conmemorativos del Centenario de la fundación de la SEP. En un video introductorio, Hugo Casanova, investigador de nuestra máxima casa de estudios, recalcó como los cien años más recientes de México han sido de alfabetización y de enseñanza con claroscuros y complejidades, lo cual hace que, en las distintas regiones de este gran país, su sistema educativo sea un espejo de las desigualdades del México contemporáneo.

En este evento conmemorativo que se llevó a cabo en el Patio del Trabajo del recinto histórico de la SEP, la titular del ramo, la maestra Delfina Gómez señaló como el sector que encabeza “será el vehículo para transitar de la desigualdad al bienestar y la justicia social”. Esa mañana se engalanó con la música de la Orquesta Sinfónica del Instituto Politécnico Nacional (OSIPN) y en representación de los estudiantes, Mercedes Nohemí Martínez de la Cruz, inició su mensaje con un saludo en náhuatl y con la inocencia de su tierna edad, compartió: “pertenezco a una de las culturas originarias de México y soy hablante de español y náhuatl. Mis dos idiomas me dan alas y una raíz tan profunda como la de los grandes árboles de Hueyapan”.

Héctor Vasconcelos, hijo del fundador de la SEP, presente en el evento, acompañó a la OSIPN e interpretó a Mozart en el piano, después, en un breve discurso destacó la idea original por democratizar la educación y hacerla clave de la prosperidad nacional. En fin, la idea de la educación como medio emancipador fue una idea compartida que, en los hechos, impulsa día a día la transformación de un México inmarcesible.

Están por venir seminarios, exposiciones museográficas, conciertos, publicaciones y una andanada de eventos que se llevarán durante todo este próximo año, la conmemoración de los 100 años de la SEP, está muy lejos de ser gris, es más bien un tornasol que nos recuerda la fuerza de la cultura, el poder del entendimiento de un bienestar común, cuando la luz de nuestros talentos sirve para ayudar a los otros. Como hace 100 años la luz de los claros muros de nuestra dependencia educativa, sigue y seguirá siendo nuestra guía para formar -a partir de lo propio- un México espléndido. 

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