En el marco del décimo aniversario de la Licenciatura en Nutrición, Juan Ángel Rivera Dommarco, investigador del INSP, abordó los retos que tiene México en sus dinámicas de producción y consumo de alimentos.

A los nutriólogos les toca poner al servicio de la sociedad sus saberes para contribuir a la solución del hambre, la desnutrición y la degradación del planeta como resultado del sistema alimentario global, señaló Juan Ángel Rivera Dommarco, investigador del Instituto Nacional de Salud Pública de México (INSP).
Integrante del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) nivel III, Rivera Dommarco impartió en el Iteso la conferencia “Hacia un sistema alimentario equitativo, saludable y sustentable”, invitado por la Licenciatura en Nutrición en el marco de su décimo aniversario.
El académico analizó algunos de los retos del sistema alimentario y las estrategias que han sido implementadas “para protegerlo de los determinantes comerciales”, apuntó. Consideró que diseñar políticas públicas a partir de evidencias podría reducir de manera importante las enfermedades causadas por dietas no saludables. Para ello, advirtió, sería necesario romper con la tendencia de favorecer los intereses comerciales por sobre la salud pública.
Ejemplo de ello es el etiquetado frontal de advertencia, estrategia ideada en Chile y retomada por otros países de América Latina entre los que se encuentra México. A pesar de que esta iniciativa ha tenido buenos resultados en la reducción del consumo global de azúcar, sodio y grasas saturadas, señaló que, como cualquier política pública, no significa una solución al problema presentado.
El investigador destacó que las empresas se han visto afectadas por este tipo de acciones, tanto en ventas como en reputación de la marca. “Necesitamos construir un paquete integral de acciones porque una acción individual no va a resolver el problema: es el conjunto de éstas, interactuando, las que van a tener un efecto más grande”, apuntó.
Otras estrategias complementarias son el impuesto a las bebidas azucaradas y las campañas de concientización de alimentos saludables y de impulso a la lactancia materna exclusiva (LME). De esta última, señaló que es una práctica al alcance de todas las personas y que tiene un gran impacto en la salud y en la economía de un país.
“La industria no tiene ningún interés en la salud pública, tiene interés en sus ingresos. No digo que todos los accionistas sean perversos, lamentablemente vivimos en un sistema en el que lo que cuenta es la ganancia económica y no la salud”, dijo el ponente, quien fue director fundador del Centro de Investigación en Nutrición y Salud del INSP.
Un daño al planeta
Rivera Dommarco dijo que la sostenibilidad y una dieta adecuada no son elementos que se contrapongan, si bien al momento el punto de equilibrio está perdido. Refirió que la agricultura abarca casi 40 por ciento de la tierra y utiliza 70 por ciento del agua limpia del planeta, además de emitir 29 por ciento de gases de efecto invernadero a escala mundial.
“Una dieta saludable y sustentable demanda de 20 a 50 por ciento menos tierra agrícola que la dieta promedio actual de la población mexicana”, señaló.
En ese contexto apuntó que el sistema alimentario debería producir alimentos saludables para mejorar la nutrición de la población y procurar la sostenibilidad del medio ambiente, contribuyendo así a una mejor calidad de vida de las personas. Sin embargo, “nuestro sistema alimentario es injusto (porque) deja atrás a la población pobre, rural, indígena y campesina, que es la que produce estos alimentos saludables”, dijo.
Refirió que, en México, menos de 40 por ciento de la población se percibe con seguridad alimentaria. “México es un país con grandes inequidades, donde tenemos mucha gente que padece hambre, si no del tipo de hambre que uno encuentra en otros países, sí de la que hace que la gente modifique sus hábitos de alimentación para darles de comer a sus hijos. Nuestro sistema alimentario es exitoso porque está alimentando a 128 millones de mexicanos, pero tenemos que cambiarlo”, mencionó.
El académico urgió a la transformación profunda del sistema alimentario mediante un conjunto integral de acciones que incluyan también a la infraestructura escolar y de salud, a fin de modificar entornos alimentarios que garanticen el bienestar de la población sobre los intereses comerciales de la industria de alimentos y bebidas no saludables.
El funcionario afirmó que la nutrición se debe abordar desde la academia y la formación de estudiantes. Subrayó que también le concierne al gobierno y a la iniciativa ciudadana. “Somos nutriólogos, es nuestra responsabilidad enunciar esto. No podemos quedarnos con los brazos cruzados. No hemos resuelto el asunto del hambre y la desnutrición, estamos generando obesidad y enfermedades crónicas y además estamos degradando nuestro planeta”, dijo.
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