Egresadas de comunicación de la UAM ganaron galardón del CONEICC

Obtuvieron en Primer lugar del Premio Nacional de Trabajos Recepcionales en comunicación 2022

Las ex alumnas de la Unidad Xochimilco retoman prácticas y artefactos artivistas en la protesta del 8 de marzo de 2020 en la capital.

Verónica Lucio Berrocal, Liliana Jazmín Paredes Valero y Ana Laura Rocha Fuentes, egresadas de la Licenciatura en Comunicación Social de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), obtuvieron en Primer lugar del Premio Nacional de Trabajos Recepcionales en Comunicación 2022, al que convoca el Consejo Nacional para la Enseñanza y la Investigación de las Ciencias de la Comunicación (CONEICC), por el trabajo La revolución será artivista o no será. Análisis del artivismo en la Protesta feminista de la Ciudad de México.

Las ganadoras retoman una serie de prácticas y artefactos artivistas para su identificación, diferenciación y clasificación, a partir de un modelo creado por Concha mateos y Ana Sedeño, en el marco de las manifestaciones realizadas el 8 de marzo de 2020 en la Ciudad de México.

Entrevistadas a propósito de este reconocimiento nacional, las egresadas de la Unidad Xochimilco explicaron que el movimiento feminista ha producido significados para su lucha, al tiempo que se ha apropiado del arte como una trinchera para transmitir su denuncia, adoptando una unión entre la acción social y la expresión artística. A la fusión de estos dos elementos se le ha denominado artivismo, explicaron.

El artivismo feminista surgió como concepto en los Estados Unidos desde los años 60 del siglo pasado y más tarde en Europa, cuando en sus protestas las mujeres diseñaban e imprimían grandes tablas para expresar la desproporcionalidad del trabajo femenino respecto del masculino” y más tarde el término llega a México, aunque debe reconocerse que en esas movilizaciones “siempre hemos visto una pancarta y el uso del arte como medio para transmitir mensajes políticos”.

Ejemplos de este artivismo son Polvo de gallina negra, un grupo feminista fundado en la década de 1980 por Maris Bustamante y Mónica Mayer, quienes realizaron manifestaciones, exposiciones, conferencias, performance y curadurías, entre otras expresiones; las protestas de las madres de la Plaza de mayo; las inherentes a la revolución de los pañuelos verdes, y la manifestación de los zapatos rojos, cientos de los cuales fueron colocados en la plancha del zócalo de la capital mexicana para denunciar 30 años de feminicidios en el país. (Minuto 02:20)

El feminismo es muy significativo para todas las mujeres, “porque se trata de la lucha por conquistar nuestros derechos y, observarlo de manera tan cercana a partir de todas estas concentraciones artivistas, es algo muy gratificante”.

Las ex alumnas señalaron la importancia de que la gente que critica al movimiento en sus distintas expresiones, incluidas las que protagonizan el llamado bloque negro, sean capaces de ver que muchas de las conquistas se han logrado a través de estas manifestaciones. (Minuto 06:15)

Sobre este grupo advirtieron la necesidad de diferenciar entre las expresiones que son artivistas y las que no lo son, y en ese sentido, “en una sociedad y un sistema machista como tenemos en México, las concentraciones de protesta del bloque negro no son comprendidas”.

La violencia y el reclamo tiene cada cual su vertiente, pero “debemos pensar que la segunda, como sea que esté formada, es legítima” y el bloque negro, en específico, también es artivista y sus acciones “las vemos y clasificamos como una performance”, que significa “llevar la acción al lugar´”, lo que convierte a ‘la cuerpa’ de las mujeres en “un instrumento que lleva el mensaje” y, por tanto, ellas son el propio artivismo. (Minuto 10:11

En su trabajo las ganadoras del Premio Nacional de CONEICC 2022 subrayan que para las multitudes conectadas feministas, esa actividad es una herramienta que han acogido para crear sus nuevos repertorios de protesta, dado que su función va directamente a los espacios públicos como un acto político de liberación y resistencia, en forma de artefactos o acciones artivistas que, en primera instancia, son un medio de denuncia y que tienen como tarea comunicar una energía emocional hacia el cambio y la transformación del pensamiento.

La expresión artística, en este sentido, encuentra un uso en la reflexión, la experimentación y la innovación; de ahí que el trabajo centre su atención en el estudio del artivismo como herramienta de esos nuevos repertorios de protesta. Es de ahí que surge la inquietud de conocer cuáles son los “productos” creados por el movimiento feminista de la Ciudad de México.

“Nosotras hicimos una investigación de observación participativa y en diferentes manifestaciones, principalmente en la gran marcha feminista del ocho de marzo de 2020 recabamos todo lo que en ese momento encontramos, que pudiera revelar una expresión de artivismo, pero ante la cantidad de elementos hicimos una clasificación y al final quedaron la cartelería, el bordado y la acción performática. (Minuto 18:39)

El cartel parte de un proceso individual de creación artivista en el que se desarrolla una toma de decisiones respecto de la selección del mensaje y de la incorporación de imágenes, las características físicas que debe poseer y el componente en el que será producido; ésta es la razón de que ninguno de estos trabajos sea igual a los otros.

No obstante, éstos sí comparten elementos discursivos similares de la lucha, hacen uso de materiales de merma semejantes y utilizan partes gráficas que aluden a la memoria colectiva de sus participantes.

El bordado es en primera instancia un acto político de y para las mujeres, en el que se crea un artefacto artivista a partir de las manos y de la fusión de diversos componentes que van desde la tela hasta los hilos de colores.

Esta labor se hace bajo dos procesos, el primero meramente técnico y el segundo emocional, en el que quien borda vive un acto de reflexión y transporta a la tela un mensaje de resistencia en forma de escrito o imagen, que representa la rebeldía que “teje” lo personal y lo público con los sentimientos y los problemas de sus creadoras.

El performance artivista, dentro de las multitudes conectadas feministas, es una práctica que manifiesta una acción mediante el uso de “la cuerpa”, que transmite un sentido de memoria, de saberes y de identidad colectiva, así como una propuesta de cambio simbólico.

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