Destitución de Pedro Castillo profundiza crisis política en perú: investigadora de la UAM

Trágico que un gobierno de izquierda se haya quedado en nada, expresó Fabiola Escárzaga Nicté

“Los sectores populares se identificaron con la persona, por sus atributos, pero no existe proyecto político que él represente y la izquierda marxista no se identificaba con él”, dijo Escárzaga Nicté.

La destitución de Pedro Castillo Terrones de la presidencia de Perú se decretó en un marco de inestabilidad política –que data al menos desde 2016– en la que el Congreso dominado por fuerzas fujimoristas había mantenido una constante confrontación en su contra, explicó la doctora Fabiola Escárzaga Nicté, investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Dado que aquella nación no había tenido otro candidato de izquierda, mucho menos que representara fenotípicamente a la población indígena y que fuera cercano a la población, Castillo Terrones representó una gran esperanza frustrada, por lo que “es trágico que un gobierno de izquierda se haya quedado en nada” y se abone a la continuación de la crisis e inestabilidad política.

Al ex presidente se le cuestionó su falta de capacidad política, pues no tenía identificación con un proyecto político de izquierda, pero ahora se va a recomponer un gobierno de derecha en un escenario en que prevalece un gran desprestigio de la clase política: el Congreso tiene un seis por ciento de aprobación, mientras el mandatario depuesto tenía el triple de ese nivel.

En el campo electoral, la hija de Alberto Fujimori fue candidata presidencial por tercera vez en 2021 quedando en segundo lugar frente a Castillo, quien se impuso en la segunda vuelta, detalló la docente del Departamento de Política y Cultura de la Unidad Xochimilco.

Keiko Fujimori –en 2011, 2016 y 2021– siempre había llegado a la segunda vuelta, pero en las dos elecciones pasadas los grupos de izquierda hicieron una alianza para impulsar una opción distinta con la memoria de lo que había sido el mandato de Fujimori, pues una de las intenciones era liberar a su padre preso por crímenes de lesa humanidad.

En entrevista, Escárzaga Nicté citó que Alberto Fujimori en 1992 decretó un autogolpe de Estado, disolvió el Congreso y creó una nueva Constitución en 1993, eliminando a la clase política tradicional y fue creando una nueva, emitió una legislación contrainsurgente que permitió la derrota de la guerrilla de Sendero Luminoso, lo que le dio una gran legitimidad, “aunque fue una dictadura con una fachada democrática reconocida por Estados Unidos”.

La nueva Constitución estableció un Congreso unicameral de 130 legisladores, con preeminencia sobre el Poder Ejecutivo y que ha generado la inestabilidad de los últimos años. Lo que se vive en Perú es la expresión de una crisis política generada por la derecha y extrema derecha donde el sector más sólido es el fujimorismo.

Keiko Fujimori no había ganado en las dos primeras elecciones anteriores, pues hay fuerzas democráticas que se opusieron a lo que representó el fujimorismo, Mario Vargas Llosa se opuso a que ella venciera, en las respectivas elecciones triunfaron Alan García y Ollanta Humala. Pero en la pasada votación, Vargas Llosa hizo campaña en favor de ella en la contienda frente a Pedro Castillo.

El presidente ahora preso “tiene una trayectoria absolutamente frágil, es un dirigente magisterial, profesor de educación básica y su experiencia política es como sindicalista”, comentó la investigadora. En 2011 tuvo una visibilidad por una huelga magisterial, razón por la que fue propuesto por el partido Perú Libre.

“Fue postulado a la candidatura presidencial, pero sin mayores expectativas de triunfo, en la elección de 2021 hubo 16 candidatos de derecha y dos de izquierda, a Castillo Terrones nadie lo veía como problemático y en la primera campaña no lo atacaron, pero sí lo hicieron contra Verónica Mendoza, que representa un sector de la izquierda limeña, no marxista pero más moderna”.

El triunfo de Casitllo Terrones fue una sorpresa, pues su campaña se hizo de boca en boca, por los celulares, con las organizaciones barriales, populares y los que reciben apoyos de programas sociales; en términos generales se trató de una maniobra subterránea. “Él ganó la votación rural, campesina y urbana marginal, su triunfo fue por un margen de menos de dos puntos porcentuales, Keiko Fujimori señaló que había fraude y que los pobres son ignorantes, como parte de un proceos muy polarizado y con mucho racismo contra el expresidente”.

Después de la elección y hasta su toma de posesión “se le criticó porque no sabía hablar, porque usaba sombrero o por ser campesino, pero además empezó a gobernar muy mal y esa debilidad se mantuvo”. Los sectores populares se identificaron con la persona, por sus atributos, pero no existe proyecto político que él represente y la izquierda marxista no se identificaba con él.

“Las medidas y posicionamiento de su gobierno fueron muy inorgánicas, una de sus promesas de campaña fue hacer una nueva Constitución, una demanda de muchas organizaciones de izquierda, porque la fujimorista tiene elementos nefastos”, señaló la docente.

En la actualidad la acusación de apología del terrorismo está vigente en Perú, “cualquier acción puede ser calificada de esto; una clase en la universidad, un discurso, eso pesa sobre la sociedad entera, ahora están surgiendo movilizaciones, pero no sabemos si lograrán consolidarse por el miedo de ser encarcelados”.

Perú había tenido presidentes que parecían de izquierda como Ollanta Humala, pero rápidamente se reubicó como los anteriores gobernantes, al inicio el propio Fujimori parecía una alternativa al neoliberalismo del candidato Vargas Llosa que en apariencia representaba algo nuevo, pero en la segunda etapa terminó siendo lo opuesto.

La nueva presidenta que sustituye a Castillo, Dina Boluarte, tendrá una gestión complicada y difícilmente cumplirá el mandato hasta el 2026, pues las expresiones de obreros y campesinos que por ahora se manifiestan tenuemente demandan una nueva Constitución y elecciones para un nuevo Congreso y Presidencia.

“Al parecer Pedro Castillo no decidió la estrategia a seguir, le dijeron que emitiera el decreto y eso fue el pretexto para sacarlo; recientemente se había reunido con el presidente de la Organización de Estados Americanos (OEA) y se sentía seguro. Lo que hizo fue adelantarse a su anunciada destitución, que se produciría el miércoles a las tres de la tarde, pero parece que lo engañaron, no tiene idea de muchas cosas y es ingenuo, hay una mano negra interna de la gente de su equipo, eventualmente de la OEA”.

La especialista en campesinado indígena en México, Perú y Bolivia reconoció que la petición de Castillo de asilo político a México no tendrá éxito, pues “una cosa es Evo Morales, con 14 años en la presidencia de Bolivia y con toda la experiencia política, pues el exmandatario peruano fue detenido antes de que llegara a la embajada mexicana, ahora está preso y le aplicarán todo el rigor de la ley”.

Caso contrario al de Keiko Fujimori, quien está denunciada por corrupción y fue candidata presidencial estando bajo un proceso judicial, es evidente que “la ley es absolutamente dispareja. Castillo no va a poder salir, no creo que haya condiciones para negociar y que lo dejen exiliarse en México”, concluyó.

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