Coetzee y Auster: Aquí y ahora, un diálogo desde la lucidez

Resultado de una entrañable amistad, este compendio de misivas entre dos escritores notables nos muestra una comunicación azarosa y deslumbrante

El volumen muestra un diálogo inteligente y abierto.

En el el número pasado me ocupé de la reciente novela más bien atípica El polaco, del Nobel de Literatura sudafricano J. M. Coetzee, donde su pasión por la música cobra un espacio protagónico. Y en ese discurrir cité, entre otros títulos del autor, un también más bien atípico en nuestro tiempo compendio de cartas (Aquí y ahora) entre él y su no menos célebre colega norteamericano Paul Auster, autor de igual modo a quien mucho admiro y a quien dediqué un amplio ensayo (La música del azar) incluido en un misceláneo que generosamente publicó Bernardo Ruiz ––la intermediación de nuestro inolvidable René Avilés Fabila sería determinante–– en la UAM, Con el espejo enfrente: Interlineados de la escritura. Mi no menos dilecto Nacho Solares publicaría una versión abreviada en la Revista de la Universidad.

Resultado de una entrañable amistad que nació desde el 2005, lo cierto es que Coetzee y Auster llevaban ya muchos años leyéndose entre sí a la distancia y se admiraban mutuamente, y un encuentro fortuito en Australia, en Adelaida, donde el sudafricano había decidido establecer su residencia desde hace muchos años, desencadenó el desempolvamiento de un género epistolar ya mas bien en triste desuso, porque la fragmentada comunicación a través de las redes sociales pareciera haberlo desplazado. Compendio de esta copiosa correspondencia entre 2008 y 2011, condensa el agudo análisis de varios temas y tópicos de preocupación e interés para los dos desde la perspectiva precisamente del “aquí” y el “ahora”, porque, como bien escribió Alejo Carpentier, el escritor es en realidad un atento cronista de su tiempo. Ese saludable vínculo es en todo momento habitado por la presencia de sus no menos lúcidas parejas, la de Auster, además, una polígrafa y activista igualmente valiosa, la norteamericana de ascendencia noruega Siri Hustvedt.

Ambos narradores y ensayistas notables, intelectuales críticos e incisivos, profundos analistas de un pasado y un presente que entretejen un futuro más bien poco promisorio de cara al caótico mundo que habitamos, la comunicación fluye azarosa y deslumbrante, a veces desarticulada en su curso, pero que en su espontaneidad y su intimidad posee además la sorpresa del hallazgo, conforme la protagonizan dos geniales creadores en activo movidos en principio sólo por el gozo de escucharse. Cada uno de esos asuntos es tratado con pasión, con la plena conciencia ––los seres verderamente grandes suelen ser los más discretos–– de que en el acto mismo de plantearse se aprenden cosas nuevas, se descubren ángulos diferentes de análisis, ya sea porque a cada uno le apasiona lo que descubre del otro, y a su vez lo que los dos atestiguan durante el proceso mismo de dialogar, algo también cada vez menos frecuente en un mundo dominado por los fanatismos y los prejuicios, por la ignorancia y la obnubilación.

No deja de llamar la atención que el tema que desate el ovillo aquí sea precisamente el de la Amistad, así, con mayúscula, sobre todo si se analiza en una época presente en que pareciera haberse prostituido un término ––en llanas minúsculas, porque se usa sin ton ni son, a la ligera–– que en el pasado tenía una enorme carga simbólica y hasta mítica (en La Iliada, por ejemplo, es un asunto de honor). Entonces vienen a colación conceptos también tan deformados como lealtad y traición, egoísmo y generosidad, porque el significado mismo de Amistad ha sido desplazado ––y hasta justificado dicho desplazamiento–– por circunstancias del vivir actual como la cotidianidad, el estrés de la vida moderna, la sobrevivencia y el oportunismo laboral, el “no es para tanto, no exageres” que pregona el presente existir de la liviandad sin compromisos, rememorando otra vez a Kundera. Sin eufemismos ni maquillajes, llamándole a las cosas por su nombre, como pregona otro verdaderamente amigo y escritor no menos extraordinario, Fernando Vallejo: “A quien ha traicionado la mistad, ya lo ha perdido todo y no le queda nada”. ¡La pobreza de espíritu y la mezquindad no les permitirán reconocer a quienes la han traicionado la verdadera bajeza de sus actos!

Correspondencia iniciada en el 2008, otro asunto que no podía dejarse de lado es la profunda crisis financiera entonces al rojo vivo, pero que en el sistema que nos domina hemos corroborado es cíclica, caóticamente repetitiva y sin previo aviso en el calendario, aunque los iniciados hablen de señales que escapan a las personas de a pie. Ambos se refieren a la naturaleza numérica y casi irreal de una crisis que se genera ahora en la especulación financiera, en el engaño premeditado de los menos sobre los más, porque en esas sumas y restas existen los que tienen información privilegiada y la utilizan sólo para su propio beneficio. ¡La especulación es hoy en día, en este mundo al revés que vivimos, toda una profesión reconocida y hasta admirada! ¡El fin justifica los medios! Los más seremos víctimas de esa vorágine, atrapados entre la sorpresa y la inmediatez, entre la duda y la incertidumbre, entre el desconocimiento y la sobrevivencia.

Otros temas sobre los que disertan aquí con juicio e ironía, con sabiduría y buen sentido del humor, con conocimiento de causa y hasta con nostalgia, son el arte y sus interlineados, la infancia y la memoria ––y el olvido––, el lenguaje y sus vicisitudes (incluidas las traducciones: “traduttore traditore”), el placer lector y la crítica tanto constructiva como destructiva, los excesos del poder y el absurdo de la guerra, el deporte desde la práctica y como espectáculo de masas, la paternidad y el incesto, el matrimonio y la monogamia, el amor y el placer erótico. Entonces fluyen las citas y lecturas (en esta reveladora suma de herencias, por ejemplo, el maravilloso ensayo El estilo tardío, de Edward Said, que a su vez se desencadena a partir del ya paradigmático Beethoven: Filosofía de la música, de Adorno), las anécdotas y los recuerdos, las referencias musicales y cinematográficas, las disquisiciones estéticas, ofreciéndonos otro perfil de quienes en la ficción han encontrado su espacio natural de dialogar con el mundo en crisis que les ha tocado gozar y sufrir, descubrir y renombrar, vivir de cerca y descifrar desde las distintas perspectivas que ofrecen la inteligencia y el talento, el buen juicio y la sensibilidad, la pasión y el desencanto.

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Escritor, periodista, editor | Web

1 comentario en «Coetzee y Auster: Aquí y ahora, un diálogo desde la lucidez»

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